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Capítulo 1 Dios Todopoderoso es el único Dios verdadero que creó todas las cosas

Todo lo que hay en este mundo está cambiando rápidamente con los pensamientos del Todopoderoso, bajo Su mirada. Las cosas de las cuales no ha oído hablar jamás la humanidad pueden llegar abruptamente. Sin embargo, lo que la humanidad siempre ha poseído puede desaparecer sin que ella se dé cuenta. Nadie puede desentrañar el paradero del Todopoderoso y, además, nadie puede sentir la trascendencia y la grandeza del poder vital del Todopoderoso. Su trascendencia radica en la forma como Él puede percibir aquello que los humanos no pueden. Su grandeza radica en la forma como Él salva a la humanidad, a pesar de ser Aquel de quien la humanidad reniega. Él conoce el significado de la vida y la muerte. Es más, Él sabe qué reglas son adecuadas para regir la existencia de la humanidad, a la que ha creado. Él es la base de la existencia humana y el Redentor que resucita a la humanidad de nuevo. Él agobia a los corazones felices con angustia y levanta a los corazones apesadumbrados con felicidad. Todo esto es para Su obra y para Su plan.

Extracto de ‘El suspiro del Todopoderoso’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cuántas criaturas existen viviendo y reproduciéndose en la vasta extensión del universo, siguiendo la ley de la vida una y otra vez, ciñéndose a una norma continua. Los que mueren se llevan con ellos las historias de los vivos, y estos repiten la misma trágica historia de los que han muerto. Y, así, la humanidad no puede evitar preguntarse: ¿por qué vivimos? ¿Y por qué tenemos que morir? ¿Quién está al mando de este mundo? ¿Y quién creó a esta humanidad? ¿Fue la humanidad realmente creada por la Madre Naturaleza? ¿Controla realmente la humanidad su propio destino? […] La humanidad no sabe quién es el Soberano de todas las cosas en el universo, y, mucho menos, su principio y su futuro. Simplemente vive, forzosamente, en medio de esta ley. Nadie puede escapar a ella y nadie puede cambiarla, porque entre todas las cosas y en los cielos sólo hay Uno desde la eternidad hasta la eternidad que tiene la soberanía sobre todas las cosas. Él es Aquel al que el hombre nunca ha visto, que la humanidad nunca ha conocido, en cuya existencia nunca ha creído, pero es Aquel que insufló el aliento en los ancestros de la humanidad y dio vida a esta. Él es Aquel que provee y alimenta a la humanidad para su existencia, y la guía hasta el día presente. Además, Él y sólo Él es de quien depende la humanidad para su supervivencia. Tiene la soberanía sobre todas las cosas y rige sobre todos los seres vivos en el universo. Domina las cuatro estaciones, y es quien convoca al viento, la escarcha, la nieve y la lluvia. Él da el sol a la humanidad y trae la venida de la noche. Él fue quien ordenó los cielos y la tierra, brindando al hombre montañas, lagos y ríos, así como todas las cosas vivientes en ellos. Sus hechos están en todas partes, Su poder está en todas partes, Su sabiduría está en todas partes y Su autoridad está en todas partes. Cada una de estas leyes y normas es la representación de Sus hechos, y cada una de ellas revela Su sabiduría y autoridad. ¿Quién puede eximirse de Su soberanía? ¿Y quién puede liberarse de Sus designios? Todas las cosas existen bajo Su mirada; es más, todas viven bajo Su soberanía. Sus hechos y Su poder no le dejan a la humanidad otra opción más que la de reconocer que Él existe realmente y tiene soberanía sobre todas las cosas. Ninguna otra cosa aparte de Él puede dominar el universo, y menos aún proveer incesantemente a esta humanidad. Independientemente de que seas capaz de reconocer los hechos de Dios y creer en Su existencia, no hay duda de que tu destino se encuentra en las disposiciones de Dios, y que Él siempre tendrá soberanía sobre todas las cosas. Su existencia y autoridad no se predican en función de que el hombre pueda o no reconocerlas y comprenderlas. Sólo Él conoce el pasado, el presente y el futuro del hombre, y sólo Él puede determinar el destino de la humanidad. Independientemente de que seas capaz o no de aceptar este hecho, no pasará mucho tiempo antes de que la humanidad presencie todo esto con sus propios ojos, y esta es la realidad que Dios pronto empleará. La humanidad vive y muere bajo los ojos de Dios. Vive para la gestión de Dios, y cuando sus ojos se cierran para el tiempo final, también es por esa misma gestión. Una y otra vez, el hombre va y viene, de un lado para el otro. Sin excepción, todo forma parte de la soberanía y los designios de Dios. Su gestión siempre está avanzando y nunca ha cesado. Él hará a la humanidad consciente de Su existencia, que confíe en Su soberanía, vea Sus hechos, y vuelva a Su reino. Este es Su plan, y la obra que Él ha estado llevando a cabo durante miles de años.

Extracto de ‘El hombre sólo puede salvarse en medio de la gestión de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

El camino de la vida no es algo que cualquiera pueda tener ni tampoco todos lo pueden conseguir con facilidad. Esto se debe a que la vida sólo puede proceder de Dios, es decir, sólo Dios mismo posee la esencia de la vida; no hay camino de vida sin Dios mismo y por eso sólo Dios es la fuente de la vida y el manantial del agua viva de la vida que siempre fluye. Desde que Él creó el mundo, Dios ha hecho mucha obra que implica la vitalidad de la vida, ha hecho mucha obra que le da vida al hombre y ha pagado un gran precio para que el hombre pueda alcanzar la vida, porque Dios mismo es la vida eterna y Dios mismo es el camino por el cual el hombre resucita. Dios nunca está ausente del corazón del hombre y vive entre los hombres todo el tiempo. Ha sido la fuerza que impulsa la vida del hombre, el fundamento de la existencia del hombre, y un rico depósito para la existencia del hombre después del nacimiento. Él hace que el hombre vuelva a nacer y le permite vivir con constancia en cada función de su vida. Gracias a Su poder y Su fuerza de vida inextinguible, el hombre ha vivido generación tras generación, a través de las cuales el poder de la vida de Dios ha sido el pilar de la existencia del hombre, y por el cual Dios ha pagado un precio que ningún hombre ordinario ha pagado alguna vez. La fuerza de vida de Dios puede prevalecer sobre cualquier poder; además, excede cualquier poder. Su vida es eterna, Su poder extraordinario, y Su fuerza de vida ningún ser creado o fuerza enemiga la puede aplastar fácilmente. La fuerza de vida de Dios existe e irradia su reluciente resplandor, independientemente del tiempo o el lugar. El cielo y la tierra pueden sufrir grandes cambios, pero la vida de Dios para siempre es la misma. Todas las cosas pasan, pero la vida de Dios todavía permanece porque Dios es la fuente de la existencia de todas las cosas y la raíz de su existencia. La vida del hombre proviene de Dios, la existencia del cielo se debe a Dios, y la existencia de la tierra procede del poder de la vida de Dios. Ningún objeto que tenga vitalidad puede trascender la soberanía de Dios, y ninguna cosa que tenga vigor puede librarse del ámbito de la autoridad de Dios. De esta manera, independientemente de quiénes sean, todos se deben someter bajo el dominio de Dios, todos deben vivir bajo el mandato de Dios y nadie puede escapar de Su control.

Extracto de ‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”

Antes de que esta humanidad naciese, el cosmos —todos los planetas, todas las estrellas en los cielos— ya existía. En el macronivel, estos cuerpos celestiales han estado orbitando regularmente, bajo el control de Dios, durante toda su existencia, por muchos años que hayan sido. Qué planeta va a qué lugar, en qué momento particular; qué planeta realiza qué tarea, y cuándo; qué planeta gira por qué órbita, y cuándo desaparece o es reemplazado; todas estas cosas tienen lugar sin el más mínimo error. Las posiciones de los planetas y las distancias entre ellos siguen todas patrones estrictos, que pueden describirse con datos precisos; los caminos por los que viajan, la velocidad y los patrones de sus órbitas, los tiempos que permanecen en las diversas posiciones, pueden cuantificarse con precisión y describirse por medio de leyes específicas. Durante eones, los planetas han seguido estas leyes sin desviarse lo más mínimo. Ningún poder puede cambiar, o interrumpir, sus órbitas o los patrones que siguen. Debido a que las leyes especiales que gobiernan su movimiento y los datos precisos que los describen están predestinados por la autoridad del Creador, estos obedecen estas leyes por sí mismos, bajo Su soberanía y Su control. En el macronivel no le resulta difícil al hombre encontrar algunos patrones, algunos datos y algunas leyes o fenómenos extraños e inexplicables. Aunque la humanidad no admite que Dios exista ni acepta que el Creador hiciera y domine todas las cosas, además de no reconocer la existencia de Su autoridad, los científicos, astrónomos y físicos humanos están viendo cada vez más que la existencia de todas las cosas en el universo, los principios y patrones que dictan sus movimientos, están todos gobernados y controlados por una inmensa e invisible energía oscura. Esto obliga al hombre a afrontar y reconocer que existe un Todopoderoso en medio de estos patrones de movimiento, que lo orquesta todo. Su poder es extraordinario y, aunque nadie puede ver Su verdadero rostro, Él lo gobierna y lo controla todo en todo momento. Ningún hombre o fuerza puede ir más allá de Su soberanía. Frente a esta realidad, el hombre debe reconocer que las leyes que gobiernan la existencia de todas las cosas no pueden ser controladas por los humanos, nadie puede cambiarlas; al mismo tiempo, el hombre debe admitir que los seres humanos no pueden entender del todo estas leyes, que no ocurren de manera natural, sino que son dictadas por un Señor y Amo. Todas estas son expresiones de la autoridad de Dios que la humanidad puede percibir en un macronivel.

En el micronivel, todas las montañas, lagos, mares y masas continentales que el hombre observa sobre la tierra, todas las estaciones que experimenta, todas las cosas que habitan la tierra, incluidas plantas, animales, microorganismos y seres humanos, están sujetos a la soberanía de Dios y son controlados por Él. Bajo la soberanía y el control de Dios, todas las cosas nacen o desaparecen de acuerdo con Sus pensamientos, sus vidas están gobernadas por ciertas leyes, crecen y se multiplican según ellas. Ningún ser humano o cosa está por encima de estas.

Extracto de ‘Dios mismo, el único III’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cuando Dios creó todas las cosas, trazó límites para montañas, llanuras, desiertos, colinas, ríos y lagos. En la tierra hay montañas, llanuras, desiertos, colinas y diversas masas de agua. ¿No son diferentes terrenos? Dios trazó límites entre todos estos distintos tipos de terrenos. Cuando hablamos de trazar límites, significa que las montañas tienen sus propios trazados, las llanuras tienen sus propios trazados; los desiertos tienen su extensión y las colinas tienen un área fija. También hay una cantidad fija de masas de agua como ríos y lagos. Esto es, cuando Dios creó todas las cosas lo dividió todo muy claramente. […] Dentro de todos estos terrenos y entornos geográficos diferentes creados por Dios, Él lo está administrando todo de una forma planeada y ordenada. Por eso estos entornos geográficos siguen existiendo varios miles de años, decenas de miles de años después de que Dios los creara. Siguen desempeñando su papel. Aunque durante ciertos períodos los volcanes hacen erupción, se producen terremotos y desplazamientos importantes en la tierra, Dios no permitirá en absoluto que ningún tipo de terreno pierda su función original. Es sólo gracias a esta administración de Dios, a Su gobierno y control de estas leyes, que todo esto —todo lo disfrutado y visto por la humanidad— puede sobrevivir sobre la tierra de una forma ordenada.

[…]

[…] además de establecer límites para los diversos entornos geográficos, Dios también los trazó para las aves y bestias diversas, peces, insectos y todas las plantas. También estableció leyes. Debido a las diferencias entre los diversos entornos geográficos y a la existencia de distintos entornos geográficos, los distintos tipos de aves y bestias, peces, insectos y plantas tienen diferentes entornos para sobrevivir. Las aves, los bestias y los insectos viven entre las diversas plantas, los peces viven en el agua y las plantas crecen en la tierra. […] todos los seres creados por Dios —independientemente de que estén fijos en un lugar o puedan respirar por sus fosas nasales— tienen sus leyes para la supervivencia. Mucho antes de que creara estos seres vivos Dios les había preparado sus propios territorios y entornos para la supervivencia. Estos seres vivos tenían sus propios entornos fijos para la supervivencia, sus propios alimentos, sus propios territorios fijos, sus propios lugares fijos apropiados para su supervivencia, lugares con temperaturas adecuadas para ella. De esa forma no vagarían por todas partes ni socavarían la supervivencia de la humanidad, ni afectarían a la vida de esta. Así administra Dios a todos los seres con el fin de proveer para la humanidad el mejor entorno para la supervivencia. Entre todos los seres, cada uno de los seres vivos tienen alimentos que sustentan la vida en sus propios entornos para la supervivencia. Con esa comida, están fijos en su entorno natural para sobrevivir. En ese tipo de entorno, siguen sobreviviendo, multiplicándose y saliendo adelante según las leyes que Dios ha establecido para ellos. Gracias a este tipo de leyes, a la predestinación de Dios, todos los seres interactúan en armonía con la humanidad, y la humanidad y todos los seres son interdependientes.

Extracto de ‘Dios mismo, el único IX’ en “La Palabra manifestada en carne”

Desde el momento en que llegas llorando a este mundo, comienzas a cumplir tu deber. Asumes tu papel en el plan de Dios y en la ordenación de Dios. Comienzas el viaje de la vida. Cualquiera que sea tu trasfondo y el viaje que tengas por delante, nadie puede escapar de la orquestación y la disposición que el cielo y nadie tiene el control de su destino, porque sólo Él, quien gobierna sobre todas las cosas, es capaz de hacer tal obra. Desde el día en que el hombre comenzó a existir, Dios ha sido firme en Su obra, gestionando este universo y dirigiendo las leyes del cambio y la trayectoria del movimiento de todas las cosas. Como todas las cosas, el hombre, silenciosamente y sin saberlo, recibe el alimento de la dulzura y la lluvia y el rocío de Dios. Como todas las cosas, sin saberlo, el hombre vive bajo la orquestación de la mano de Dios. El corazón y el espíritu del hombre están en la mano de Dios y toda la vida del hombre es contemplada a los ojos de Dios. Independientemente de si crees esto o no, cualquiera de todas las cosas, vivas o muertas, cambiarán, se moverán, se renovarán y desaparecerán de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios gobierna sobre todas las cosas.

A medida que la noche entra furtivamente, el hombre se mantiene inconsciente porque el corazón del hombre no puede percibir cómo la oscuridad se acerca o de dónde viene. A medida que la noche se escapa silenciosamente, el hombre le da la bienvenida a la luz del día, pero el corazón del hombre tiene aún menos claro y es menos consciente de dónde ha llegado la luz y cómo ha ahuyentado las tinieblas de la noche. Tales alternaciones recurrentes del día y la noche llevan al hombre de un periodo a otro, moviéndose a través del tiempo, a la vez que asegura que la obra de Dios y Su plan se llevan a cabo durante cada periodo y en todos los tiempos.

Extracto de ‘Dios es la fuente de la vida del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

Desde la creación del mundo he empezado a predestinar y seleccionar a este grupo de personas, concretamente, vosotros hoy. Tu temperamento, calibre, aspecto, estatura, la familia en la que naciste, tu trabajo y tu matrimonio, la totalidad de ti, incluso el color de tu pelo y tu piel, y el momento de tu nacimiento fueron todos dispuestos por Mis manos. Incluso las cosas que haces y las personas que conoces todos los días están arregladas por Mis manos, por no mencionar el hecho de que traerte a Mi presencia hoy es en realidad Mi arreglo. No te entregues al desorden; debes proceder con calma.

Extracto de ‘Capítulo 74’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

Los destinos de la humanidad y del universo están íntimamente entretejidos con la soberanía de Dios, inseparablemente vinculados con las orquestaciones del Creador; al final, no pueden desenredarse de Su autoridad. A través de las leyes de todas las cosas el hombre llega a comprender la orquestación del Creador y Su soberanía; a través de las normas de supervivencia percibe Su gobierno; a partir de los destinos de todas las cosas saca conclusiones sobre las formas en las que Él ejerce Su soberanía y Su control sobre ellas; y en los ciclos de vida de los seres humanos y de todas las cosas el hombre experimenta realmente las orquestaciones y disposiciones del Creador para todas las cosas y seres vivos, y presencia realmente cómo las mismas sobrepasan a todas las leyes, reglas, e instituciones terrenales, y a todos los demás poderes y fuerzas. A la luz de esto, la humanidad se ve empujada a reconocer que ningún ser creado puede violar la soberanía del Creador, que ninguna fuerza puede meterse en medio de los acontecimientos y las cosas predestinados por Él ni alterarlos. Bajo estas leyes y normas divinas, los seres humanos y todas las cosas viven y se propagan, generación tras generación. ¿No es esta la verdadera materialización de la autoridad del Creador?

Extracto de ‘Dios mismo, el único III’ en “La Palabra manifestada en carne”

(Pasaje selecto de la Palabra de Dios)

Dios preside el destino de toda la humanidad

Como miembros de la raza humana y cristianos devotos, es responsabilidad y obligación de todos nosotros ofrecer nuestra mente y nuestro cuerpo para el cumplimiento de la comisión de Dios, porque todo nuestro ser vino de Él y existe gracias a Su soberanía. Si nuestras mentes y nuestros cuerpos no son para la comisión de Dios ni para la causa justa de la humanidad, nuestras almas serán indignas de aquellos que fueron martirizados por causa de aquella, mucho menos dignos de Dios, que nos ha provisto todo.

Dios creó este mundo, creó a esta humanidad, y además fue el arquitecto de la antigua cultura griega y la civilización humana. Sólo Dios consuela a esta humanidad, y sólo Él cuida de ella noche y día. El desarrollo y el progreso humanos son inseparables de la soberanía de Dios, y la historia y el futuro de la humanidad son inextricables de los designios de Dios. Si eres un cristiano verdadero, creerás sin duda que el auge y la caída de cualquier país o nación ocurren de acuerdo con los designios de Dios. Sólo Él conoce el destino de un país o nación, y sólo Él controla el curso de esta humanidad. Si esta desea tener un buen destino, si un país desea un buen destino, entonces el hombre debe postrarse a Dios para adorarlo, arrepentirse y confesar delante de Él, si no, la suerte y el destino del hombre acabarán inevitablemente en catástrofe.

Echa un vistazo a la época del arca de Noé: la humanidad era profundamente corrupta, se había desviado de la bendición de Dios, Él ya no cuidaba más de ella, y había perdido Sus promesas. Vivía en las tinieblas, sin la luz de Dios. Así pues, los hombres se volvieron licenciosos por naturaleza, abandonados a sí mismos a una depravación horrible. Tales hombres ya no podían recibir la promesa de Dios; no eran dignos de ver el rostro de Dios, ni de oír Su voz, porque lo habían abandonado, habían dejado de lado todo lo que Él les había concedido, y se habían olvidado de las enseñanzas de Dios. Su corazón se apartaba más y más de Dios, y conforme lo hacía, se volvieron depravados más allá de toda razón y humanidad, y cada vez más malvados. Así pues, cada vez se acercaron más a la muerte, y cayeron bajo la ira y el castigo de Dios. Sólo Noé adoró a Dios y se apartó del mal, y por eso fue capaz de oír Su voz, y Sus instrucciones. Él construyó el arca siguiendo las instrucciones de la palabra de Dios, y reunió a toda forma de criaturas vivientes. Y de esta manera, una vez que todo se había preparado, Dios desató Su destrucción sobre el mundo. Sólo Noé y los siete miembros de su familia sobrevivieron a la destrucción, porque Noé adoró a Jehová y se apartó del mal.

Después, mira la era presente: hombres tan justos como Noé, que podían adorar a Dios y apartarse del mal, han dejado de existir. Aun así Dios sigue siendo misericordioso con esta humanidad, y la absuelve durante esta era final. Dios busca a aquellos que anhelan que Él aparezca. Busca a aquellos que son capaces de oír Sus palabras, los que no han olvidado Su comisión y le ofrecen su corazón y su cuerpo. Él busca a aquellos que son tan obedientes como bebés delante de Él, y no se resisten a Él. Si ninguna fuerza te obstaculiza en tu devoción a Dios, Él te mirará con favor, y te concederá Sus bendiciones. Si tienes una posición alta, una reputación honorable, posees un conocimiento abundante, tienes muchas propiedades, y muchas personas te apoyan, pero estas cosas no evitan que vengas delante de Dios para aceptar Su llamamiento y Su comisión, que hagas lo que Él pide de ti, entonces todo lo que haces será lo más significativo sobre la tierra y lo más justo de la humanidad. Si rechazas la llamada de Dios por causa de tu estatus o tus propios objetivos, todo lo que hagas será maldito e incluso detestado por Dios. Quizás seas un presidente, o un científico, un pastor, o un anciano, no importa cuán elevado sea tu oficio, si te apoyas en tu conocimiento y capacidad en tus empresas, entonces siempre serás un fracaso, y serás un hombre sin las bendiciones de Dios, porque Él no acepta nada de lo que haces, ni admite que tu carrera sea justa, ni acepta que estés trabajando para el beneficio de la humanidad. Él dirá que lo único que haces es usar el conocimiento y la fuerza de la humanidad para despojar al hombre de la protección de Dios, y para negar Sus bendiciones. Él dirá que estás llevando a la humanidad hacia las tinieblas, hacia la muerte y hacia el comienzo de una existencia sin límites en la que el hombre ha perdido a Dios y Su bendición.

Desde que el hombre tuvo ciencias sociales por primera vez, la ciencia y el conocimiento ocuparon su mente. Después, estos pasaron a ser herramientas para gobernar a la humanidad, y ya no hubo espacio suficiente para que el hombre adorara a Dios ni más condiciones favorables para Su adoración. La posición de Dios se hundió aún más abajo en el corazón del hombre. Un mundo dentro del corazón del hombre, sin un lugar para Dios, es oscuro, vacío sin esperanza. Y así surgieron muchos científicos sociales, historiadores y políticos, que expresaron teorías de ciencia social, la de la evolución humana y otras que contravienen la verdad de que Dios creó al hombre, para llenar el corazón y la mente del hombre. Así, cada vez son menos los que creen que Dios lo creó todo, y más quienes creen en la teoría de la evolución. Más y más personas tratan los relatos de la obra de Dios y Sus palabras durante la era de Antiguo Testamento como mitos y leyendas. En sus corazones, las personas se vuelven indiferentes a la dignidad y a la grandeza de Dios, al principio de que Él existe y que domina todas las cosas. La supervivencia de la humanidad y el destino de países y naciones ya no son importantes para ellas. El hombre vive en un mundo vacío, que se preocupa sólo con comer, beber, y buscar el placer… Pocas personas asumen el buscar dónde lleva a cabo Dios Su obra hoy, o cómo preside y organiza el destino del hombre. Y, de esta forma, sin que el hombre lo supiera, la civilización humana es cada vez menos capaz de actuar de acuerdo con los deseos del hombre e, incluso, todavía hay muchos que sienten que, viviendo en un mundo así, son menos felices que los que han muerto. Incluso personas de países que solían ser altamente civilizados ventilan estas quejas. Y es que sin la dirección de Dios, por mucho que los gobernantes y sociólogos se devanen los sesos para preservar la civilización humana, todo es inútil. Nadie puede llenar el vacío en el corazón del hombre, porque nadie puede ser su vida, y ninguna teoría social puede liberarlo del vacío que lo aflige. Ciencia, conocimiento, libertad, democracia, ocio, comodidad, todas estas cosas no son sino un consuelo temporal. Incluso teniendo esto, el hombre pecará inevitablemente y se quejará de las injusticias de la sociedad. Estas cosas no pueden refrenar el anhelo y el deseo del hombre por explorar. Porque la humanidad fue creada por Dios, y sus sacrificios y sus exploraciones sin sentido sólo pueden llevarla a una angustia mayor. El hombre existirá en un estado constante de miedo, no sabrá cómo afrontar el futuro de la humanidad ni cómo hacer frente a la senda que tiene por delante. El hombre incluso llegará a temer a la ciencia y al conocimiento, y más aún al sentimiento de vacío dentro de sí. En este mundo, vivas en un país libre o en uno sin derechos humanos, eres totalmente incapaz de escapar al destino de la humanidad. Seas gobernador o gobernado, eres totalmente incapaz de escapar del deseo de explorar el sino, los misterios, y el destino de la humanidad. Mucho menos eres capaz de escapar al desconcertante sentimiento de vacío. Tales fenómenos, comunes a toda la humanidad, son llamados fenómenos sociales por los sociólogos, pero ningún gran hombre puede salir a resolver estos problemas. Después de todo, el hombre es hombre. Ninguno de ellos puede reemplazar la posición y la vida de Dios. La humanidad no sólo requiere una sociedad justa en la que todos estén bien alimentados, y que sea igualitaria y libre, sino la salvación de Dios y Su provisión de vida para ella. Sólo cuando el hombre recibe la salvación de Dios y Su provisión de vida para él pueden resolverse las necesidades, el anhelo de explorar y el vacío espiritual. Si las personas de un país o nación son incapaces de recibir la salvación y el cuidado de Dios, ese país o nación pisará el camino de la ruina hacia las tinieblas, y Dios lo aniquilará.

Quizás tu país prospere actualmente, pero si dejas que tu pueblo se aparte de Dios, aquel se verá cada vez más lejos de Sus bendiciones. La civilización de tu país se verá cada vez más pisoteada, y no pasará mucho tiempo antes de que las personas se levanten contra Dios y maldigan el cielo. Y, así, sin que el hombre lo sepa, el destino de un país se irá a la ruina. Dios levantará países poderosos para ocuparse de aquellos otros que Él ha maldecido, y puede incluso barrerlos de la faz de la tierra. El surgimiento y la caída de un país o nación se basa en si sus gobernantes adoran a Dios y en si ellos lideran a su pueblo más cerca de Dios para adorarlo. Pero en esta era final, como los que buscan sinceramente a Dios y lo adoran son cada vez más escasos, Él concede un favor especial a los países en los que el cristianismo es la religión del estado. Los reúne para formar el campamento del mundo relativamente justo, mientras que los países ateos o que no adoran al Dios verdadero pasan a ser los oponentes del campamento justo. De esta forma, Él no sólo tiene un lugar entre la humanidad en el que lleva a cabo Su obra, sino que también gana países que pueden ejercer autoridad justa con el fin de imponer sanciones y restricciones a las naciones que resisten a Dios. Pero a pesar de esto, sigue sin haber más personas que se presenten a adorar a Dios, porque el hombre se ha alejado demasiado de Él, y se ha olvidado de Él durante demasiado tiempo. En la tierra sigue habiendo países que sólo ejercen la justicia y resisten la injusticia. Sin embargo, esto está lejos de los deseos de Dios, porque ningún gobernante en ninguno de ellos permitirá que Él presida su pueblo, y ningún partido político reunirá a su gente para adorar a Dios; Él ha perdido Su lugar legítimo en el corazón de cada país, nación, partido gobernante, e incluso de cada persona. Aunque las fuerzas justas existen en este mundo, el gobierno en el que Dios no ocupa un lugar en el corazón del hombre es frágil. Sin Su bendición, el ámbito político caerá en el desorden y se volverá vulnerable al ataque. Para la humanidad, estar sin la bendición de Dios es como no tener el sol. Independientemente de la asiduidad con la que los gobernantes hagan contribuciones a su pueblo, del número de conferencias justas que celebre la humanidad, nada de esto cambiará las cosas ni alterará el destino de la humanidad. El hombre cree que un país en el que las personas están alimentadas y vestidas, en el que viven juntas pacíficamente, es un buen país, y tiene buen liderazgo. Pero Dios no piensa así. Él cree que un país en el que nadie le adora es uno que Él aniquilará. La forma de pensar del hombre está muy en conflicto con la de Dios. Así pues, si el jefe de Estado de un país no adora a Dios, el destino de ese país será trágico y el país no tendrá un lugar al cual llegar.

Dios no participa en las políticas del hombre, pero controla el destino de un país o nación. Él controla este mundo y todo el universo. El destino del hombre y el plan de Dios están íntimamente relacionados, y ningún hombre, país o nación está exento de la soberanía de Dios. Si el hombre desea conocer su destino, debe venir ante Dios. Él hará que los que le siguen y adoran prosperen, y traerá declive y extinción sobre los que le resisten y lo rechazan.

Recuerda la escena bíblica en la que Dios forjó la destrucción sobre Sodoma, y piensa también cómo acabó siendo una estatua de sal la esposa de Lot. Piensa cómo se arrepintió de sus pecados el pueblo de Nínive en cilicio y cenizas, y recuerda lo que siguió después de que los judíos clavasen a Jesús en la cruz hace 2000 años. Los judíos fueron expulsados de Israel y huyeron a países alrededor del mundo. Muchos murieron asesinados, y toda la nación judía se vio sometida a una destrucción sin precedentes. Habían clavado a Dios en la cruz —cometieron un crimen atroz— y provocaron Su carácter. Se les hizo pagar por lo que hicieron, se les hizo cargar con las consecuencias de sus actos. Condenaron a Dios, lo rechazaron y, por tanto, sólo tenían un destino: ser castigados por Él. Esta es la amarga consecuencia y el desastre que sus gobernantes trajeron a su país y nación.

Hoy, Dios ha regresado al mundo para realizar Su obra. Su primera parada es la gran reunión de gobernantes dictatoriales: China, el acérrimo bastión del ateísmo. Dios ha ganado un grupo de personas con Su sabiduría y poder. Durante el período, es perseguido por todos los medios por el partido gobernante en China y sometido a un gran sufrimiento, sin un lugar donde poder recostar Su cabeza, sin un lugar de albergue. A pesar de esto, Dios aún continúa la obra que pretende hacer: publica Su voz y difunde el evangelio. Nadie puede explicar la omnipotencia de Dios. En China, un país que considera a Dios como enemigo, Él no ha cesado nunca Su obra, sino que más personas han aceptado Su obra y Su palabra, porque Dios hace todo lo que puede para salvar a todos y cada uno de los miembros de la humanidad. Confiamos en que ningún país o poder pueda interponerse en el camino de lo que Dios quiere lograr. Aquellos que obstruyen Su obra, se resisten a Su palabra, interrumpen y perjudican Su plan serán castigados por Él en última instancia. Quien resiste la obra de Dios será enviado al infierno; cualquier país que lo haga, será destruido; cualquier nación que se levante para oponerse a la obra de Dios será barrida de esta tierra, y dejará de existir. Insto a las personas de todas las naciones, países, e incluso industrias a escuchar la voz de Dios, contemplar Su obra, prestar atención al destino de la humanidad, haciendo así a Dios, el más santo, el más honorable, el más alto y el único objeto de adoración entre la humanidad, y permitiendo así a toda la humanidad vivir bajo la bendición de Dios, así como los descendientes de Abraham vivieron bajo la promesa de Jehová, y como Adán y Eva, creados originalmente por Dios, vivieron en el jardín del Edén.

La obra de Dios es como las olas que crecen con fuerza. Nadie puede detenerlo, y nadie puede parar Sus pasos. Sólo aquellos que escuchan Sus palabras con atención, y que lo buscan y tienen sed de Él, pueden seguir Sus huellas y recibir Su promesa. Aquellos que no, sufrirán un desastre abrumador y un castigo merecido.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

Fuente: Relámpago Oriental

Ver más: Cómo acercarse a Dios

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