“Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” (Jonás 3:4). Al ver este versículo, todos los hermanos y hermanas saben que esto es una frase transmitida de Dios por Jonás a la ciudad de Nínive. Cuando los ninivitas escucharon que Jonás predicó la voluntad de Dios, declararon un ayuno y vistieron de cilicio y cenizas desde el rey supremo hasta sus súbditos, clamaban con todas sus fuerzas a Dios y todos se arrepentían de sus pecados, finalmente Jehová Dios cambió Su voluntad por sus acciones, y los destinos de los ninivitas que estaban a punto de ser destruidos se cambiaron. Los ninivitas pueden recibir tanta misericordia de Dios, entonces ¿cómo Dios trata esto?
“Una vez que las personas de Nínive, desde el rey supremo hasta sus súbditos, conocieron que Jehová Dios estaba enojado con ellos, cada una de sus acciones, la totalidad de su comportamiento, así como cada una de sus decisiones y elecciones fueron claras y sencillas a la vista de Dios. El corazón de Dios cambió de acuerdo a su comportamiento. ¿Cuál era el estado de ánimo de Dios en ese mismo momento? La Biblia te puede responder esa pregunta. Tal como se registra en las Escrituras: “Y Dios vio sus obras que ellos se habían arrepentido de su maldad; y Dios se arrepintió del mal que Él había anunciado para ellos y no lo cumplió”. Aunque Dios cambió de opinión, no había nada complejo sobre Su estado de ánimo. Simplemente pasó de expresar Su enojo a calmarlo, y después decidió no traer la catástrofe sobre la ciudad de Nínive. La razón por la que la decisión de Dios —salvar a los ninivitas de la catástrofe— fue tan rápida es que Dios observó el corazón de cada persona de Nínive. Vio lo que tenían en las profundidades de sus corazones: su confesión y arrepentimiento sinceros de sus pecados, su creencia sincera en Él, su profundo sentido de cómo sus actos malvados habían enfurecido Su carácter, y el miedo resultante del castigo inminente de Jehová Dios. Al mismo tiempo, Jehová Dios también oyó las oraciones desde las profundidades de sus corazones rogándole que detuviese Su enojo contra ellos para que pudiesen evitar esta catástrofe. Cuando Dios observó todos estos hechos, poco a poco Su ira desapareció. Independientemente de cuán grande había sido anteriormente Su enojo, cuando vio el arrepentimiento sincero en las profundidades de los corazones de estas personas Su corazón fue tocado por esto, y por tanto no quiso traer la catástrofe sobre ellos, y dejó de estar enojado con ellos. En su lugar, continuó extendiendo Su misericordia y tolerancia hacia ellos y continuó guiándolos y proveyendo para ellos”.
“Este “camino de maldad” no se refiere a un puñado de actos malvados, sino a la fuente de mal detrás del comportamiento de las personas. “Arrepentirse de sus caminos de maldad” significa que aquellos en cuestión nunca cometerían estos actos de nuevo. En otras palabras, nunca se comportarán de esa forma malvada de nuevo; el método, la fuente, el propósito, la intención y el principio de sus acciones han cambiado todos; nunca más usarán esos métodos y principios para traer disfrute y felicidad a sus corazones. El “despojarse” en “despojarse de toda la violencia de sus manos” significa deponer o desechar, romper totalmente con el pasado y nunca volver atrás. Cuando el pueblo de Nínive abandonó la violencia que había en sus manos, esto demostraba y representaba su arrepentimiento verdadero. Dios observa los exteriores de las personas así como sus corazones. Cuando Dios observó el arrepentimiento verdadero en los corazones de los ninivitas sin dudarlo y también observó que habían dejado sus caminos malvados y abandonado la violencia que había en sus manos, cambió de opinión. Es decir, la conducta y el comportamiento de estas personas, sus diversas formas de hacer las cosas, así como su verdadera confesión y arrepentimiento de los pecados en su corazón, provocaron que Dios cambiase Su opinión, Sus intenciones, se retractase de Su decisión y no los castigase ni destruyese. Así pues, las personas de Nínive consiguieron un final diferente. Redimieron sus propias vidas y al mismo tiempo obtuvieron la misericordia y tolerancia de Dios, punto en el cual Dios también retrajo Su ira”.
De las palabras de Dios, podemos darnos cuenta de que el arrepentimiento verdadero no es que nos arrepentimos con nuestra boca ante Dios, ni que tenemos algunos comportamientos devotos y externos o nos refrenamos a nosotros mismos de hacer algo malo, sino que podemos reflexionar la fuente de los actos malvados que hacemos, es decir, nuestros motivos, propios propósitos y principios de acción. Solo cuando podamos conocerlos y abandonarlos por completo, seremos capaces de arrepentirnos verdaderamente.
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