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Celos, la enfermedad espiritual crónica

He Jiejing   Ciudad de Hezhou, provincia de Guangxi

A una hermana y a mí nos emparejaron para revisar artículos juntas. Cuando nos reunimos, me percaté de que daba igual si se trataba de cantar, bailar, recibir la palabra de Dios o comunicar la verdad; ella era mejor que yo en todos los sentidos. Todos los hermanos y hermanas de la familia anfitriona la apreciaban y hablaban con ella. Por eso, mi corazón estaba bastante agitado y yo me sentía como si me estuvieran ignorando, hasta el punto de pensar que mientras ella permaneciera allí, no habría lugar para mí. En mi interior, empecé a estar harta de ella y no quería acompañarla a cumplir con nuestros deberes. Esperaba que se fuera para que los hermanos y hermanas me apreciaran a mí y tuvieran una buena opinión de mi persona.

Un día, una líder se acercó a nosotras. La hermana había solicitado que la trasladaran a cumplir funciones diferentes porque estaba atravesando un refinamiento emocional que hacía que su estado de ánimo fuera negativo. Al oírla decir esto, me sentí extremadamente entusiasmada. Pensé: “Siempre había esperado que te fueras. Si te vas, saldré de mi difícil situación”. Por eso, estaba impaciente por que la líder le asignara de inmediato otro deber. Sin embargo, las cosas me salieron mal y la líder no sólo no le asignó un nuevo deber, sino que comunicó la verdad con ella, pacientemente, y la ayudó a cambiar su condición. Cuando vi esto, me sentí particularmente ansiosa y esperé aún más que la hermana se fuera. Pensé: “¿Cuándo podré salir de esta situación si no se marcha ahora? No, tengo que pensar en la manera de hacer que se vaya pronto”. En consecuencia, cuando la hermana no estaba presente, aproveché la oportunidad para decirle más disparates a la líder y le dije: “Suele tener un refinamiento emocional que le impide concentrarse en la revisión de los artículos. Ahora ha perdido la obra del Espíritu Santo y no puede revisarlos. Ya ha afectado el trabajo de edición y recopilación de artículos de la iglesia. Quizás puedas asignarle un deber nuevo. A la hermana Menganita se le da mejor escribir artículos; podrías elegirla a ella para revisarlos. Tal vez tenga mejores valores que la hermana con la que estoy emparejada”. Tan pronto como terminé de decir aquello, la palabra de Dios vino a mí, reprochándome: “¡Humanidad cruel y brutal! La confabulación y la intriga, los empujones entre ellos, la lucha por la reputación y la fortuna, la masacre mutua, ¿cuándo se van a terminar? Dios ha hablado cientos de miles de palabras pero nadie ha entrado en razón. […] ¿Cuántos no oprimen y discriminan a los demás con el propósito de mantener su propio estatus?” (‘Los malvados deben ser castigados’ en “La Palabra manifestada en carne”). Frente al juicio de Dios, me sentí como si Él me estuviera reprendiendo cara a cara severamente. Empecé a temblar de miedo al instante y no podía evitar temer debido a las palabras que acababa de pronunciar. ¿Acaso no era igual a las personas reveladas por la palabra de Dios que “oprimen y discriminan a los demás con el propósito de mantener su propio estatus”? Cuando vi que la hermana con la que trabajaba era mejor que yo en todos los aspectos y que todos los hermanos y hermanas la apreciaban, me invadieron los celos. Estaba harta de ella, la discriminaba y esperaba que se fuera pronto para salir de aquella situación. Para que los hermanos y hermanas me prestaran atención a mí y así sentirme como si tuviera estatus entre ellos, aproveché la mala condición de la hermana y la delaté ante la líder con la excusa de proteger los intereses de la iglesia. Era un intento vano de utilizar a la líder para sacarla de raíz. Mi conducta expuso por completo mi verdadero rostro y reveló que yo era una víbora siniestra y maliciosa, ¡que de hecho era hija del gran dragón rojo! Con el fin de crear una dictadura, el gran dragón rojo utilizará cualquier medio que sea necesario para arrancar a los disidentes de raíz. Con el fin de estar en el corazón de los hermanos y hermanas, y lograr que quisieran estar conmigo, astutamente fui eliminando de raíz a aquellos que no me resultaban ventajosos. El gran dragón rojo envidia a los que son más grandes que él y destruye a los que tienen aspiraciones nobles. Yo también estaba celosa de esta hermana porque era mejor que yo en todos los sentidos, y utilicé métodos deplorables para expulsarla. El gran dragón rojo condena y masacra gente en pos de sus propios objetivos. Para alcanzar mis metas, exageré deliberadamente acerca de la hermana. Mi conducta fue idéntica a la del gran dragón rojo. Simplemente fui arrogante, siniestra y maliciosa hasta el extremo. La iglesia había establecido que trabajáramos juntas para que pudiéramos ayudarnos y apoyarnos mutuamente, y llevar a cabo un buen trabajo con el corazón y la mente puestos en complacer a Dios. También lo hizo para que pudiéramos utilizar nuestras fuerzas para compensar mutuamente nuestras debilidades y así poder comprender y alcanzar más la verdad, y cambiar nuestro carácter. Pero yo no entendía la voluntad de Dios en lo más mínimo. Cuando vi que la hermana estaba en una mala condición, no sólo no me apoyé en el amor para ayudarla, sino que esperaba impaciente que la sustituyeran rápidamente para proteger mi puesto. Soy en verdad muy maliciosa. Mi naturaleza está echada a perder. No tenía el amor que una persona normal debería tener. Había perdido mi humanidad por completo, hasta el punto de que estaba dispuesta a utilizar cualquier medio para conseguir mis propios fines. Si no me apresuro a arrepentirme, acabaré por ser destruida con el gran dragón rojo.

¡Gracias, Dios! Tu juicio y castigo me han hecho despertar a tiempo para ver que mi conducta era exactamente la misma que la del gran dragón rojo y que de veras soy hija del gran dragón rojo de nombre y de hecho. Esto me hizo despreciar la naturaleza de Satanás que dentro. De ahora en adelante, le volveré la espalda a la naturaleza de Satanás que llevo en mi interior. Ya no lucharé por mí misma. Esperaré trabajar mejor con esta hermana para cumplir con nuestros deberes y satisfacer a Dios. Estaré más dispuesta a buscar la verdad y a desechar el veneno del gran dragón rojo, ¡para así vivir como una persona auténtica para consuelo de Dios!

Fuente del artículo:Iglesia de Dios Todopoderoso

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