Por Ruth, Estados Unidos
Mientras escuchaba lo que mi madre decía, me sentía como si estuviera despertando de un sueño y debía reflexionar: “Tiene razón. ¿Por qué creí ciegamente en esas cosas negativas en la red sin leer la palabra de Dios Todopoderoso ni estudiar nada? Este mundo ha sido tan corrompido por Satanás que está lleno de mentiras y engaños; hay tanta perfidia por todas partes que en realidad no podemos protegernos de ella. No investigué de ninguna manera la información en la red, me limité a creerla ciegamente. Repetí lo que decían todos los demás y llegué a una conclusión arbitraria. ¿acaso no fue algo increíblemente descuidado e ignorante por mi parte? ¿No era eso seguir a los malvados y hacer juicios arbitrarios?”. Al ver que no decía ni una palabra, mi madre me dio una copia de La Palabra manifestada en carne y me dijo con calma: “Este libro contiene palabras pronunciadas por Dios en los últimos días. Espero que puedas dejar de lado tus nociones y las examines detenidamente. Hazme cualquier pregunta que se te ocurra para que podamos comunicar sobre ello juntas”. Acepté el libro y empecé a leerlo sin decir palabra. Pero no lo leía con la actitud de buscar la verdad. En cambio, tenía la mentalidad de un investigador, quería medir y verificar las palabras de Dios contra mi propio conocimiento personal, e incluso quería refutarlas. Precisamente a causa de mi actitud irreverente y contraria a las palabras de Dios, no pude alcanzar la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo, hasta el punto de que durante ese tiempo no llegué a conocer la obra de Dios Todopoderoso. Pero incluso así, continué aferrándome a mis nociones erróneas y no quise aceptar la nueva obra de Dios. Lo hablé con mi madre: “Mamá, antes me creía todos los rumores que veía en la red, y trataba de impedir que creyeras en Dios Todopoderoso, pero en realidad yo era la ciega e ignorante. De ahora en adelante, no me opondré a tu fe en Dios Todopoderoso, pero de ninguna manera puedo orar contigo en nombre de Dios Todopoderoso, porque invoqué el nombre del Señor Jesús para acceder a la universidad de mis sueños y recibí una beca completa para continuar mis estudios en el extranjero. He recibido una gracia muy grande, ¿cómo iba a abandonar al Señor Jesús? ¿Acaso no sería una desagradecida, una traidora?”. Mi madre me dio a leer un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso que trataba sobre esta noción mía: “Desde la obra de Jehová a la de Jesús, y desde la de Jesús a la de la etapa actual, las tres etapas cubren la totalidad de la amplitud de la gestión de Dios, y todas ellas son la obra de un mismo Espíritu. Desde que creó el mundo, Dios siempre ha estado obrando para gestionar a la humanidad. Él es el principio y el fin, el primero y el último, y aquel que inicia una era y quien lleva la era a su fin. Las tres etapas de la obra, en diferentes eras y distintos lugares, han sido llevadas a cabo con seguridad por un solo Espíritu. Todos los que separan estas tres fases se oponen a Dios. Ahora, debes entender que toda la obra desde la primera etapa hasta hoy es la obra de un Dios, un Espíritu, y de esto no cabe la menor duda” (‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”). Posteriormente, compartió esta comunicación conmigo: “Piensas que aceptar el nombre de Dios Todopoderoso es traicionar al Señor Jesús, pero eso proviene enteramente de tus propias nociones e imaginaciones. De hecho, Jehová Dios, el Señor Jesús y Dios Todopoderoso son un solo Dios. En la Era de la Ley, a Dios se le llamaba por el nombre de Jehová; Él promulgó leyes para guiar la vida de la humanidad en la tierra e hizo que el hombre cumpliera Sus leyes y mandamientos con el fin de refrenar y guiar a la humanidad. Hacia el final de la Era de la Ley, la humanidad había sido corrompida por Satanás hasta el punto de que ya no podía cumplir con las leyes, y toda la humanidad vivía bajo la condena y maldición de la ley. Dios se hizo carne usando el nombre de Jesús para llevar a cabo la obra de la Era de la Gracia, y para redimir a la humanidad fue clavado en la cruz como una eterna ofrenda por el pecado del hombre. Desde entonces, mientras nos presentemos ante Dios para confesar nuestros pecados y arrepentirnos, Él nos absolverá de nuestros pecados y ya no seremos condenados o maldecidos por la ley. Además de eso, también recibimos las ilimitadas bendiciones y la misericordia del Señor. Sin embargo, aunque se nos pueden perdonar nuestros pecados y podemos disfrutar de la abundante gracia del Señor Jesús, nuestra naturaleza pecaminosa y carácter corrupto no han sido eliminados. Todavía vivimos en un círculo vicioso de cometer pecados y luego confesarlos, incapaces de liberarnos. En los últimos días, Dios ha vuelto a hacerse carne como Dios Todopoderoso para expresar las verdades que juzgarán y purificarán al hombre. Esto permite al hombre llegar a un entendimiento de la verdad y obtenerla a través del juicio de Dios, así nos despojamos de nuestro carácter satánico y corrupto, somos purificados completamente por Dios y vivimos una verdadera semejanza humana. De esta manera, al final el hombre puede llegar a ser apto para heredar la promesa de Dios y ser llevado a Su reino. Así que, el Señor Jesús y Dios Todopoderoso son las encarnaciones de Dios en diferentes eras, y son un solo Dios”.
Su comunicación era razonable y no podía refutarle nada, pero mis ideas seguían siendo diferentes, así que le contesté inmediatamente: “Ya que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado, entonces da igual si lo llamo por el nombre de Jesús o por el de Dios Todopoderoso. De cualquier manera, Él es el Dios que otorga la gracia”. Mi madre respondió: “Jehová Dios, Señor Jesús y Dios Todopoderoso son un solo Dios, eso es indudablemente cierto, pero debemos entender una verdad: Dios lleva a cabo diferentes tipos de obra según Su nombre en cada era. Es como cuando en la Era de la Ley Dios usaba el nombre Jehová para llevar a cabo la obra, la gente oraba en el nombre de Jehová y Dios escuchaba y bendecía al hombre. Entonces, en la Era de la Gracia Dios usó el nombre del Señor Jesús para llevar a cabo la obra, y entonces la gente debía orar en el nombre de Jesús, sino sus pecados no serían perdonados ni recibirían la gracia y las bendiciones del Señor. Como los israelitas que clamaron por Jehová Dios en el templo no tenían la presencia de Dios, no obtuvieron la salvación del Señor Jesús porque no aceptaron Su nombre. Ahora estamos en la Era del Reino y Dios está usando el nombre de Dios Todopoderoso para llevar a cabo nuevas obras. Solo orando en el nombre de Dios Todopoderoso puedes recibir la obra del Espíritu Santo y alcanzar la salvación de Dios. Si te aferras al nombre de Jesús y no aceptas el nombre de Dios Todopoderoso, entonces en realidad estás creyendo en la obra pasada de Dios y oponiéndote a Su obra actual, lo que básicamente implica oponerse y traicionar a Dios. La Santa Biblia dice: ‘Tienes nombre de que vives, pero estás muerto’ (Apocalipsis 3:1). Solo aceptando el nuevo nombre de Dios y sometiéndonos a Su palabra y obra actuales poseeremos la realidad de creer en Dios. ¿Entiendes lo que digo?”.
Todo lo que decía mi madre me parecía sensato y práctico, pero en mi corazón seguía sin poder dejar de lado el nombre de Jesús porque el Señor me había concedido una gracia muy grande. Todo lo que ahora poseo me ha sido concedido por el Señor Jesús, y no podía renunciar a mi promesa original: practicar adecuadamente mi fe en el Señor y seguirlo. Y a consecuencia de ello, continué rechazando el evangelio de Dios Todopoderoso.
Cuando terminaron las vacaciones de verano y regresé a los Estados Unidos, mis ocupados estudios y la vida acelerada me llevaron rápidamente de vuelta al mundo “real”. Cada vez que acudía a los servicios religiosos, me daba cuenta de que ninguno de los sermones contenía nada nuevo, daba igual que fuera un pastor de una iglesia china o de una de habla inglesa. Todo era la misma vieja retahíla de siempre. La vida en la iglesia era tediosa y me parecía que no estaba recibiendo ningún sustento en mi vida. En un esfuerzo por aferrarse a su rebaño, los colaboradores de la iglesia organizaban con frecuencia viajes, salidas, fiestas y otras actividades para que todos participáramos. Había todo tipo de gente dentro de la iglesia, incluidas muchas personas que no eran realmente devotos buscadores, sino más bien gente a la caza de un novio o novia, un compañero de cuarto, alguien con quien viajar o salir a comer, etc., y me di cuenta de que la iglesia ya no era un lugar donde podía hallar paz en mi mente. Aquello me llenó de dolor y tristeza. Más tarde dejé de participar en los servicios, pero me encontraba en un constante estado de ansiedad. Me sentía como una niña desesperada que había perdido el rumbo y solo vagaba aturdida por la vida.
Después de dar a luz a un hijo en 2014, el conflicto entre mi marido y yo se intensificó porque no tenía leche materna para alimentar a nuestro hijo. Cuando llegaba a casa del trabajo todos los días, lo primero que salía de su boca era: “¿Cómo es que no tienes todavía? Sin leche materna, la inmunidad de mi hijo se verá comprometida”. Esa fue la primera vez que tuve tal sensación de incompetencia; me sentía como si no fuera adecuada para ser madre. Acudí a médicos occidentales y chinos, e incluso busqué remedios caseros en internet, pero nada me ayudó a producir leche. Me sentía herida, triste y enfadada, como si estuviera al borde de un ataque de nervios, y me pareció que si aquello seguía así, perdería pronto la cabeza. Pasé toda mi convalecencia después del parto con el rostro humedecido por las lágrimas, y no entendía de ninguna manera por qué me estaba pasando aquello. A menudo me invadía un pánico indescriptible, y me bastaba con oír palabras como “leche materna” o “alimentación” para estallar de inmediato en sollozos, completamente incapaz de controlarme.
Cuando mi madre se enteró de la difícil situación en la que me encontraba, cruzó el océano para cuidarme. Al ver lo mucho que sufría, me dijo: “¿Has pensado alguna vez por qué hay cada vez más oscuridad en tu vida, por qué está cada vez más llena de sufrimiento? Es porque crees en Dios pero no buscas la verdad. El Señor ha regresado, pero no buscas ni investigas. En vez de eso, te aferras ciegamente a tus propias nociones e imaginaciones, te limitas a seguir lo que dicen los demás y juzgas arbitrariamente la nueva obra de Dios. ¡Eso es oponerse a Dios! No aceptas Su nueva obra, así que has perdido Su cuidado y protección. Vives bajo el dominio de Satanás, y eso solo puede causarte aflicción y permitir que Satanás juegue contigo, llenando tu vida de cada vez más sufrimiento”. Al oír a mi madre decir esas palabras, me sumí en el silencio. En los días siguientes, cada vez que mi madre dejaba dormido a mi hijo, me ponía algunos himnos de las palabras de Dios para que los escuchara. Sucedió algo maravilloso: mi mente, de manera inesperada, comenzó a encontrar lentamente la paz junto con la música de aquellos himnos. Una vez, escuché uno que decía: “[…] El corazón y el espíritu del hombre están muy distantes de Dios. Por lo tanto, incluso si el hombre sigue a Dios, sin saberlo permanece al servicio de Satanás. Ninguno busca activamente las huellas o la aparición de Dios y nadie desea existir bajo el cuidado y la custodia de Dios. Más ellos están dispuestos a depender de la corrosión de Satanás y el maligno con el fin de adaptarse a este mundo y a las reglas de vida que sigue la malvada humanidad. A estas alturas el corazón y el espíritu del hombre se sacrifican a Satanás y se convierten en su sustento. Además, el corazón y el espíritu humanos se convierten en un lugar en el cual Satanás puede residir y en una zona de recreación apropiada para este. De esta manera, sin darse cuenta, el hombre pierde su comprensión de los principios de ser humano y del valor y el sentido de la existencia humana. Las leyes de Dios y el pacto entre Dios y el hombre gradualmente se desvanecen en el corazón del hombre y el hombre no busca más a Dios ni le pone atención. A medida que el tiempo pasa, el hombre ya no entiende por qué Dios creó al hombre ni tampoco entiende las palabras que salen de la boca de Dios ni se da cuenta de todo lo que proviene de Dios. El hombre comienza a resistir las leyes y decretos de Dios; el corazón y el espíritu del hombre se insensibilizan… Dios pierde al hombre de Su creación original y el hombre pierde la raíz de su principio. Este es el dolor de esta humanidad” (‘El dolor de la humanidad corrupta’ en “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Hasta el último verso de las palabras de Dios Todopoderoso se apoderó de mi corazón. Me di cuenta de que me hallaba precisamente en el estado descrito por las palabras de Dios, que había reconocido a Dios de palabra, pero en realidad mi corazón estaba completamente poseído por Satanás. Todos mis pensamientos y sentimientos trataban sobre asuntos de la carne, era lo único que buscaba, y el camino que seguía era el secular. En la Santa Biblia dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz” (Romanos 8:6). “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4). Pensé que en ninguna de mis acciones había nada que se ajustara a la voluntad de Dios, sino que todas la contradecían por completo. Me presenté ante Dios y oré: “Oh, Dios, ahora estoy en esta situación porque aprecio mi carrera, mi identidad, mi matrimonio y otras cosas de este mundo, pues pienso que con ellas debe de ser suficiente. Simplemente no he buscado la verdad ni el conocimiento de Dios, hasta el punto de que cada vez que has llamado a la puerta de mi corazón y has expuesto la palabra de Dios y la verdad ante mis ojos, no la he atesorado. Cuando me enteré de que habías venido a llevar a cabo una nueva obra, me empeñé en ser obstinada y hacer juicios infundados. Era plenamente consciente de que había razón en las comunicaciones de mi madre, pero me aferré tercamente a mis propias nociones sin estudiar el verdadero camino. Oh, Dios, lo único que apreciaba era Tu gracia mientras rechazaba la verdad; ¡fui realmente terca y rebelde! Si todavía me concedes una oportunidad, estudiaré Tu obra lo mejor que pueda”. En ese momento no sabía si Dios escucharía ese tipo de oración, pero igualmente le seguí clamando a Dios de esta manera.
En abril de 2015 regresé a China con mi madre debido a un problema de salud, lo que me dio la oportunidad de ponerme en contacto con la Iglesia de Dios Todopoderoso. Pensé en cuánto me había esforzado y luchado en este mundo sin lograr la felicidad, y cómo dentro de la religión tampoco había podido encontrar la verdad que pudiera librarme de la oscuridad y el vacío en mi corazón. Tenía el fuerte sentimiento en mi corazón de que tal vez Dios Todopoderoso, a quien me había negado a aceptar una y otra vez, era el Jesús Salvador que me ayudó a pasar la prueba de acceso a la universidad y me llevó a los Estados Unidos. Cuando se me ocurrió esto, le dije a mi madre que quería participar en las actividades de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Al poco, los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso vinieron a reunirse conmigo, y me di cuenta de que cuando se reunían lo que leían era la palabra de Dios, la verdad, y la verdad era lo que ponían en práctica. Daba igual lo que hicieran, las palabras de Dios servían como su norma y la verdad como su principio. No actuaban movidos por la carne ni tenían tratos seculares entre ellos. Me di cuenta de que la Iglesia de Dios Todopoderoso es la buena tierra de Canaán donde reina la verdad. Mi espíritu se llenó en aquel lugar, fui provista y mi corazón ya no estaba vacío; obtuve un sentimiento de plenitud.
Un día, en otra reunión con algunos hermanos y hermanas, la hermana Wang leyó este pasaje de las palabras de Dios: “El Todopoderoso tiene misericordia de estas personas que sufren profundamente. Al mismo tiempo, está harto de estas personas que no tienen conciencia, porque tiene que esperar demasiado para obtener la respuesta por parte de los humanos. Él desea buscar, buscar tu corazón y tu espíritu. Él quiere traerte alimento y agua y despertarte, de modo que ya no tengas sed ni hambre. Cuando estés cansado y cuando comiences a sentir la desolación de este mundo, no te quedes perplejo, no llores. Dios Todopoderoso, el Vigilante, acogerá tu llegada en cualquier momento. Está vigilando junto a ti, esperando que des marcha atrás. Está esperando el día en el que recuperes la memoria de repente: que te hagas consciente del hecho de que viniste de Dios, que, de algún modo y en algún lugar, te perdiste, cayendo inconsciente a un lado del camino y que luego, sin darte cuenta, tuviste un padre. Además, te diste cuenta de que el Todopoderoso ha estado vigilando en ese lugar, esperando todo el tiempo tu regreso” (‘El suspiro del Todopoderoso’ en “La Palabra manifestada en carne”). Este pasaje de las palabras de Dios me conmovió profundamente. Sentí que Dios Todopoderoso era como una madre amorosa que llamaba a un niño perdido, expectante por que su hijo volviera algún día a su lado. Oí que esa era la voz del Señor. Me di cuenta de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que me ayudó una y otra vez a superar una crisis tras otra y no me abandonó en ningún momento del camino, sino que esperó paciente a que me diera la vuelta. Pensé en que creía en Dios pero no buscaba la verdad ni creía Sus palabras, sino lo que decían los rumores en la red y los pastores. Había entregado mi lealtad al enemigo, me había unido al Gobierno del PCCh y a los pastores de las comunidades religiosas para desacreditar y atacar a Dios, que había estado cuidando de mí día y noche. Había rechazado la salvación de Dios. Estaba realmente ciega, era una ignorante. Mi fe en Dios se seguía basando en mis propias nociones e imaginaciones; estaba convencida de que el Señor Jesús me había ayudado a acceder a la universidad y con Su guía hizo desaparecer los obstáculos para poder ir al extranjero a continuar mis estudios, por tanto debía permanecer siempre fiel al nombre del Señor Jesús, y solo aquello ya era devoción al Señor. Confié en mis nociones e imaginaciones, en mi visión de las cosas. Cuando Dios comenzó una nueva era y tomó un nuevo nombre, no reconocí la obra de Dios, y una y otra vez rechacé la salvación que me ofrecía. ¿Cómo iba a ser eso tener fe en Dios? ¿Acaso no era solo tener fe en uno mismo? Lo único que Dios me había dado era amor, pero yo le hice daño una y otra vez. Sabía que tenía una deuda muy grande con Él…
No cabía duda de que tenía que arrodillarme, y lloré amargas lágrimas mientras le oraba a Dios: “¡Oh, Dios Todopoderoso! He sido ciega e ignorante. Creí los rumores del Gobierno del PCCh y del mundo religioso; te abandoné y te condené, y me basé en mis propias nociones e imaginaciones para delimitarte. Rechacé Tu evangelio de los últimos días: soy un fariseo moderno. Según mi comportamiento y mis actos, debo ser destruida junto con Satanás pero, debido a Tu amor por mí, me has dado una oportunidad tras otra de arrepentirme. Oh, Dios, estoy dispuesta, al igual que el pueblo de Nínive, a acudir ante Ti “con cilicio y cenizas” para confesarte sinceramente mis pecados y arrepentirme, para rogarte que tengas misericordia de mí. Deseo cooperar contigo, y ser purificada y salvada mediante tu palabra”.
Después de aquello, los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso se reunían conmigo tres veces a la semana. Así sucedió sin interrupciones durante más de cuatro meses. Durante ese tiempo leía varios pasajes de la palabra de Dios casi todos los días, y a medida que entendía cada vez más de la verdad, mi relación con Dios se fue tornando más apropiada y se restauró mi fe original. Sentía paz en mi corazón, ya no me sentía ansiosa o desolada. Leyendo las palabras de Dios Todopoderoso y reuniéndome para compartir la comunicación sobre la verdad, llegué a estar absolutamente segura de la obra de Dios en los últimos días, y de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús cuyo regreso había anhelado. Llegué a la determinación de seguir a Dios Todopoderoso hasta el final del camino, y de retribuir el amor de Dios siendo alguien que busca la verdad.
Regresé a los Estados Unidos en 2016, donde me puse en contacto con hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso a través de su sitio web y comencé a participar en actividades en su iglesia. ¡Demos gracias a Dios! Fue Dios quien me guio a cada paso del camino en el que estoy ahora. Para retribuirle a Dios Su amor, quiero ofrecer todas mis fuerzas para llevar a cabo la obra de difundir el Evangelio de Dios, para que más personas sedientas que buscan la verdad puedan saber que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado. También les diré que si siguen mi mal ejemplo, si creen ciegamente los rumores de Satanás y se oponen a Dios junto al maligno, al final los únicos que perderan son ellos.
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
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