Cuando llegué por primera vez a los Estados Unidos, debido a la barrera del idioma, me tomó mucho tiempo antes de poder encontrar un trabajo en la cocina de un
restaurante. Pero el temperamento del jefe era muy violento, tanto con los empleados nuevos como con los viejos, si encontraba fallas con alguien, o si el empleado le hacía algo desagradable,
el gritaba o despedía a la gente en el acto. Cuando recién llegué, a mí también me gritaba a menudo.
En el restaurante, yo era responsable por ciertos platos. Una vez, para probarme, el jefe me preguntó, “Mary, ¿Cuáles son los ingredientes para preparar costillas de cerdo agridulces?” Yo
estaba muy nerviosa, mi voz era un poco débil y se me olvidó uno de los ingredientes, en lo que mi jefe inmediatamente tiró la espátula de su mano, gritando: “¿Cómo podría haber contratado a
una persona tan estúpida…?” La acusación del jefe me dolió profundamente, y no me atreví a decir nada. Todos los días algunos de nosotros seis en la cocina, éramos regañados y tres de ellos
fueron despedidos por errores en su trabajo o por hacer cosas que no estaban de acuerdo con los deseos del jefe. Esto me tenía realmente preocupada. Todos los días al irme a trabajar, tenía
los nervios de punta y era cuidadosa con todo lo que hacía, porque tenía miedo de ser regañada delante de todos por el jefe, por hacer las cosas mal o que me fuera a despedir.
Un día, fui a poner una bandeja de platos recién lavados en el estante, pero de repente me resbalé, dejando caer la bandeja que llevaba en mis brazos, llena de platos para estrellarse contra
el suelo. Me quedé estupefacta, mirando las docenas de platos rotos. Pensé esto es todo, se acabó, he roto muchos platos. ¡Si el jefe se entera, definitivamente me despedirá! Yo tenía
compañeros de trabajo que fueron despedidos por errores similares en el pasado. El solo pensarlo me aterraba y yo no sabía qué hacer. Cuando otros colegas oyeron lo que yo había hecho,
algunos dijeron: “¿Cómo pudiste ser tan descuidada? No tengo ni idea de cuánto dinero te va a costar. Otros dijeron: “Bueno, eso es todo, Mary va a ser despedida, definitivamente. Escuchar lo
que todos decían me puso más asustada. Este trabajo era difícil de encontrar y si realmente fuera despedida por el jefe. ¿Qué haría yo para mantenerme? Sabía que mi dominio del idioma no era
bueno, pero no tenía otras habilidades no podría encontrar otro trabajo… Uno de mis compañeros de trabajo dijo: “Vamos, vamos a limpiar esto. No dejemos que el jefe se entere o si no ya sabe
lo difícil que él hará las cosas para ti, Mary. “El jefe de cocina también se precipitó y dijo: “Todos de prisa ayuden a limpiar. ¡No podemos dejar que el jefe se entere!” Todos mis
compañeros se pusieron a trabajar, algunos estaban ocupados barriendo, otros estaban recogiendo los fragmentos de platos destrozados, sentí tanto miedo como confusión, también ayudé a mis
compañeros de trabajo a limpiar, pensando en hacer mi mayor esfuerzo para cubrirlo.
Pero después de que me agaché en el suelo y empecé a limpiar por algunos minutos, me sentí muy incómoda por dentro. Soy cristiana, obviamente había quebrado los platos y luego quería mentirle
al jefe. Esto era engaño. ¡Esto no está de acuerdo con la voluntad de Dios! Pensé en las
palabras de Dios: “Comportarte como un ser humano normal es hablar con coherencia. Sí significa sí, no significa no. Sé fiel a los hechos y habla
apropiadamente. No hagas trampa, no mientas”. “En cada paso de la obra que Dios hace en el interior de las personas, externamente parece que se producen interacciones entre las personas, como
nacidas de disposiciones humanas, o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra, y todo lo que acontece, es una apuesta hecha por Satanás delante de
Dios, y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. […] No te ha ocurrido nada importante por el momento, y no das un gran testimonio, pero cada detalle de tu vida
diaria tiene relación con el testimonio de Dios. Si puedes obtener la admiración de tus hermanos y hermanas, tus familiares, y todos a tu alrededor; […]”
Mientras repasaba las palabras de Dios, me di cuenta de que: Soy cristiana y que ser honesta y no mentir son requerimientos de Dios para nosotros. Si hago algo malo, debo ser lo
suficientemente valiente para asumir la responsabilidad, porque solo viviendo de esta manera puedo ser más humana y tener dignidad. Aunque la apariencia externa de este incidente es que rompí
los platos, lo que me pasó es una prueba para mí. Dios está a mi lado para ver si puedo practicar la verdad y ser honesta, y Satanás está también mirándome y esperando a ver lo que yo elija.
Si tratara de proteger mis propios intereses, temiendo ser regañada por el jefe o a ser despedida lo estaría resolviendo engañosamente y perder el testimonio. Satanás también me acusaría ante
Dios, lo que humillaría el nombre de Dios. También demostraría que yo no soy alguien que realmente cree en Dios. Después de pensar en esto, mi corazón se puso brillante. Debo ser firme y ser
testigo de Dios. Cuando vino el jefe, estaba lista para admitir mi error ante él.
En este momento, los movimientos de mis manos se hicieron lentos y cuando lo vió el jefe de cocina, dijo: “¡Mary, apúrate a limpia este lugar! El jefe estará aquí pronto” Cuando escuché esto,
todavía sentía miedo, pero había decidido que quería actuar de acuerdo a la palabra de Dios y ser
honesta. Incluso, aunque me hubiera despedido o regañado, no me iba a quejar.
Después de terminar de limpiar, vi al jefe de cocina escondiendo las piezas rotas en la parte inferior de la papelera y le dije: “No los escondas. Cuando llegue el jefe, le voy a decir la
verdad y pagaré lo mucho que cueste…” Antes de que pudiera terminar, el chef me interrumpió ansiosamente, “Mary, ¿Qué te pasa? ¿Quieres que el jefe lo sepa?¿Eso es pedir que lo despidan?¿No
quieres este trabajo?¿No sabes lo difícil que es encontrar un trabajo en este momento? Te ayudaremos a esconderlo del jefe, para que no te cause ningún problema”. No respondí, porque todavía
estaba decidida a decírselo al jefe.
El tiempo pasó lentamente, 10 minutos, 20 minutos… Me imaginaba la expresión feroz del jefe y empecé a ponerme nerviosa y asustada otra vez. A pesar de que sabía que el requerimiento de Dios
es que seamos gente honesta y realmente quería decirle al jefe que había roto tantos platos, me preocupaba que me despidieran. ¿Cuál sería la mejor forma de exponerle esto al jefe? Si no lo
decía de la forma correcta, estaba segura que me regañaría fuertemente o ¡Aún peor que antes! Entre más pensaba en ello, más confundida estaba. Una hora pasó rápidamente y el jefe vendría a
trabajar pronto, pero todavía no había pensado en cómo decírselo. Todo lo que podía hacer era orar con el corazón.
“Dios, tengo miedo. Sé que hoy, con el fin de practicar la verdad, debo abrirme y ser honesta con el jefe, pero cuando estoy a punto de enfrentar el hecho, todavía estoy preocupada por ser
despedida. Dios solo te pido que me des la confianza y la fuerza y no me permitas pensar solo en mis intereses si no poder practicar la verdad para satisfacerte a Ti”. Después de mi oración,
un pasaje de la palabra de Dios apareció repentinamente en mi mente, “El corazón y el espíritu del hombre están en la mano de Dios y toda la vida del
hombre es contemplada a los ojos de Dios. Independientemente de si crees esto o no, cualquiera de todas las cosas, vivas o muertas, cambiarán, se moverán, se renovarán y desaparecerán de
acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios gobierna sobre todas las cosas”. Con la guía y la iluminación de la palabra de Dios, mi corazón se sintió iluminado. Sí, Dios
gobierna sobre todas las cosas, los asuntos y la gente, así que los pensamientos de mi jefe y mi trabajo estaban en las manos de Dios. Si Dios me permite quedarme, el jefe no me despedirá y
si yo soy despedida, Dios también lo permitió, así que simplemente debería someterme a las disposiciones de Dios. Al darse cuenta de esto, mi corazón se sintió particularmente tranquilo y
constante.
Una hora más tarde el jefe vino y yo seguí orando a Dios en mi corazón para pedir la fuerza para romper con el poder oscuro de Satanás y practicar la verdad. Gracias a Dios. Después de ver a
mi jefe, no sabía de dónde venía la fuerza, pero le dije: “Jefe, hoy hice algo malo.” Después de que el jefe me oyó, no sólo no se enojó, sino que había un rastro de sonrisa en su cara, al
tiempo que me preguntaba, “¿Qué hiciste mal?” Abrí la bolsa de la basura y dije: “Accidentalmente quebré un montón de platos, están aquí, así que vea cuánto dinero lo hice perder y puede
deducirlo de mi salario.” El jefe se acercó y miró las piezas rotas en la bolsa, luego me dijo en un tono normal de voz: “No hay necesidad de pagar, son sólo platos rotos, no importa. Sólo
espero que no te hayas lastimado las manos. Ten más cuidado de ahora en adelante. Luego volvió a preguntar si tenía alguna herida. Me sorprendió y me alegró escuchar las palabras de mi jefe.
Fue increíble que un jefe con una personalidad violenta pudiera decir esas cosas luego de que yo cometiera un error.
En este momento, mis colegas me miraron con expresiones de asombro en sus caras. No podían imaginar que realmente yo había admitido, voluntariamente, mi error ante el jefe y nunca esperé que
el jefe, no sólo no me castigaría, sino que realmente me hablara gentilmente. Al tiempo que el jefe llevaba la basura a afuera conmigo, me preguntó al ir caminando: “No sé en qué estabas
pensando. No tenías por qué decirle al jefe sobre esto, Todos te hubiéramos ayudado, porque sabemos que él es muy cruel con usted. ¿Te preocupaba que le dijéramos al jefe?”. Dije, muy
seriamente: “No, yo sé que ustedes querían ayudarme, pero yo soy cristiana y Dios nos dijo que debíamos ser honestos, hacer las cosas prácticamente y que nunca involucrarnos en engaños. Si
hacemos algo malo, debemos ser lo suficientemente valientes para enfrentarlo y soportarlo. Este es el principio por el cual los cristianos debemos vivir”. El jefe de cocina se sorprendió y dijo: “¡Usted es cristiana! No es de extrañar luego de tratarla por tanto tiempo. ¡Siempre he
pensado que usted era una buena persona, a diferencia de otras personas! Realmente te admiro. Creer en Dios es algo bueno y en el futuro espero tener la oportunidad de aprender más de ti”.
Luego de escuchar al jefe de cocina decir eso, me puse muy feliz y sinceramente le agradecí a Dios. Este fue el efecto de la palabra de Dios sobre mí, no porque yo fuera una buena
persona.
Lo que me sorprendió aún más fue que desde entonces, el jefe no me volvió a gritar y cuando la tienda quiere reclutar nuevos empleados, lo discute conmigo y considera mis opiniones. También
me dio un aumento. Este incidente me hizo entender que todas las situaciones que conozco y todas las personas, asuntos y cosas que encuentro dependen de la voluntad de Dios y que Dios usa
estos ambientes para darnos más de la verdad. Cuando actuamos de acuerdo a los requerimientos de Dios, Podemos ver la guía y las bendiciones de Dios. ¡Gracias a Dios!
Por Mary, Estados Unidos
(Traducido del original en inglés al español por Xinia Arias Quirós)
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