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¿Qué condiciones deben satisfacer los hacedores de servicio para convertirse en el pueblo de Dios?

 

Las palabras relevantes de Dios:

 

Hacer servicio significa hacer lo que quieras, por lo menos siempre y cuando no ofenda el carácter de Dios. Mientras nadie investigue tus acciones y lo que hagas sea pasable, con eso es suficiente. No te preocupas por los cambios de carácter, por hacer las cosas según los principios-verdad, por satisfacer la voluntad de Dios, y menos aún por cómo someterte a las orquestaciones y arreglos de Dios o hacer bien tu deber y rendir cuentas de este a Dios. No prestas atención a ninguna de esas cosas, y esto es lo que se llama hacer servicio; es dedicar todo tu esfuerzo y trabajar como un esclavo, de la mañana a la noche. Si le preguntas a una persona así: “Todos estos años de duro y amargo trabajo en los que te has implicado, ¿de qué han servido?”, entonces te responderá: “Pues para poder ganar bendiciones”. Si se les pregunta si su carácter ha tenido algún cambio como resultado de todos los años que han creído en Dios, si han llegado a estar seguros de la existencia de Dios, si tienen algún grado de comprensión o experiencia verdadera de las orquestaciones y arreglos del Creador, la respuesta a todo esto será un “no” categórico, y no serán capaces de hablar de ninguna de estas cosas. Cuando no ha habido mejora o avance en ninguno de los indicadores relacionados con los cambios de carácter, tal persona simplemente hace servicio constantemente. Supongamos que una persona presta servicio durante muchos años y, sin darse cuenta, llega a comprender que posee un carácter corrupto, se rebela a menudo contra Dios, se queja, es incapaz de obedecerle, está profundamente corrompida, no importa cómo Dios le pida que se someta a Él, es incapaz de hacerlo. Intenta contenerse, pero no funciona, ni tampoco funciona maldecirse a sí misma o hacer juramentos. Al final, descubre que: “El hombre tiene en realidad un carácter corrupto, y por eso es capaz de rebelarse contra Dios. Cuando algo sucede, la gente siempre alberga sus propios deseos e investiga las orquestaciones y arreglos de Dios. Aunque están dispuestos a esforzarse, en el momento en que algo involucra a su carácter y sus salvajes ambiciones y anhelos, sus intenciones y deseos, son incapaces de renunciar a ellos o dejarlos ir. Siempre quieren hacer las cosas de manera que les satisfagan. ¡Así soy yo, y soy muy complicado de manejar! ¿Qué se le va a hacer?”. Si han comenzado a reflexionar sobre estas cosas, entonces ya tienen una pequeña comprensión de los modos humanos. Si en algún momento las personas que se dedican a hacer servicio son capaces de asumir la verdadera obra, son capaces de centrar sus mentes en los cambios de carácter, comprender que en realidad también tienen un carácter corrupto, que también son arrogantes e incapaces de someterse a Dios, y que de nada les servirá continuar de esa manera; cuando llegue el momento en que sean capaces de pensar en tales cosas, entonces habrán empezado a virar y quedan esperanzas de que su carácter pueda cambiar y lleguen a alcanzar la salvación. Imaginemos que alguien nunca piensa tales cosas y lo único que sabe hacer es trabajar, pensando que basta con terminar la tarea que tenga entre manos para completar la comisión de Dios, y que una vez que haya terminado de esforzarse habrá cumplido adecuadamente su deber, sin pensar nunca en los requisitos de Dios, en cuál es la verdad, o en si puede ser considerado como alguien que obedece a Dios, nunca reflexionan sobre estas cosas. ¿Puede alguien que aborda el deber de tal manera alcanzar la salvación? La respuesta es no. No han puesto el pie en el camino de la salvación ni en el camino correcto de la creencia en Dios, ni han establecido relaciones normales con Dios, y aun así se esfuerzan y se comprometen a servir en la casa de Dios. Esta clase de persona hace servicio en la casa de Dios, y Él los cuida y protege, pero no planea salvarlos ni tratarlos, así como tampoco los poda, los juzga ni los castiga o los somete a pruebas o refinamiento; solo les permite obtener ciertas bendiciones en esta vida, y nada más. Si llega un momento en que estas personas saben reflexionar sobre estas cosas y entender los sermones que oyen, se darán cuenta: “Así que, esto es lo que significa creer en Dios. Entonces, debo buscar la salvación. Si no lo hago, y en su lugar me conformo con prestar servicio, entonces eso no tendrá nada que ver con creer en Dios”. Luego reflexionan: “¿Qué aspectos poseo de un carácter corrupto? ¿Qué es exactamente ese carácter corrupto? ¡Pase lo que pase, primero debo someterme a Dios!”. Tales cosas tienen relación con la verdad y con los cambios de carácter, y existe esperanza para ellos.

 

Extracto de ‘Solo si buscas los principios-verdad puedes desempeñar bien tu deber’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

 

Antes de comprender las palabras de Dios, la verdad y la voluntad de Dios, y antes de desarrollar una pizca de reverencia por Dios, el papel que cada persona desempeña solo puede ser el de hacedor de servicio y nada más. Es decir, eres hacedor de servicio, quieras o no; no puedes escapar de este apelativo. Algunas personas dicen: “Pero he creído en Dios toda mi vida; llevo varias décadas creyendo en Jesús. ¿De verdad sigo siendo simplemente un hacedor de servicio?”. ¿Qué piensas de esta cuestión? ¿A quién le preguntas? Tienes que hacerte la siguiente pregunta: ¿entiendes ya la voluntad de Dios? ¿Estás actualmente haciendo algún esfuerzo o practicando la verdad? ¿Has puesto un pie en la senda para buscar y comprender la verdad? ¿Has entrado en la realidad-verdad? ¿Veneras a Dios en tu corazón? Si posees estas cualidades, si puedes mantenerte firme cuando te enfrentes a las pruebas de Dios y eres capaz de temer a Dios y apartarte del mal, por supuesto que ya no eres hacedor de servicio. Si, sin embargo, no posees estas cualidades, sin duda sigues siendo hacedor de servicio. Es ineludible e inevitable. Algunas personas dicen: “He creído en Dios durante más de treinta años; me convertí en Su seguidor desde el momento en que vino a obrar encarnado y expresó la primera palabra. Fui una de las primeras personas que experimentó la obra de Dios y también una de las primeras en escuchar personalmente a Dios decir Sus palabras. Después de todos estos años, todavía sigo a Dios y creo en Él. A través de toda la persecución que he sufrido, de haber sido detenido varias veces y de todos los peligros que he pasado, Dios me ha protegido siempre y me ha llevado a la salida. Nunca me ha abandonado. Ahora sigo cumpliendo con mi deber y mi condición mejora cada vez más, mi fe continúa creciendo y no tengo ni la menor duda acerca de Dios. ¿De verdad sigo siendo simplemente un hacedor de servicio?”. ¿A quién le preguntas? ¿No crees que le estás preguntando a la persona equivocada? No deberías hacer esta pregunta. Como has sido creyente durante tantos años, ya deberías tener una idea clara de lo que eres exactamente. Dado que has creído durante tantos años, ¿cómo no sabes si todavía eres un hacedor de servicio o no? ¿Por qué no preguntas si posees o no la realidad-verdad? ¿Has dado lugar a la veneración a Dios? ¿Has demostrado de alguna manera que te has apartado del mal? Dios ha obrado durante muchos años y ha expresado muchas palabras; ¿cuántas has ganado tú? ¿Cuánto has entrado? ¿Cuánto has aceptado la poda y el trato de Dios y las pruebas y el refinamiento que te ha hecho pasar? Al aceptar estas cosas, ¿has dado testimonio? ¿Puedes dar testimonio de Dios? Si te enfrentases a pruebas como las que experimentó Job, ¿negarías a Dios? De todas formas, ¿cuánta fe tienes en Dios? ¿Consiste esa fe tuya simplemente en creer o es fe verdadera? Hazte estas preguntas. Si ni siquiera conoces la respuesta a estas preguntas, estás aturdido. Creo que eres simplemente alguien que repite como un loro las palabras y acciones de los demás, y ni siquiera eres digno de ser llamado hacedor de servicio.

 

Extracto de ‘Para los líderes y obreros, escoger una senda es de la mayor importancia (17)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

 

Cuando la gente entra a la casa de Dios y no comprende la verdad, sino que solamente tiene aspiraciones varias o adquiere cierta determinación de cooperar, la función que puede desempeñar durante este período únicamente puede ser la de hacedor de servicio. Naturalmente, “prestar servicio” no es una expresión muy bonita. Dicho de otro modo, quiere decir que la gente sirve y se afana por la obra del plan de gestión de Dios, lo que significa que se esfuerza por ella. No comprende ni entiende nada, pero tiene algunas habilidades y algunos dones y es capaz de aprender y transmitir lo que otros dicen y de asumir alguna labor de asuntos generales; ahora bien, en lo referente a los diversos aspectos de la obra específica de salvación y gestión de Dios para la humanidad y a los de la obra relativa a la verdad, no es capaz de dedicar nada de esfuerzo ni de cooperar en absoluto; solo hace un pequeño esfuerzo y dice algunas cosas mientras realiza alguna labor de asuntos generales y lleva a cabo algún trabajo secundario de servicio. Si es así la esencia del deber de la gente o de las funciones que desempeña y la labor que realiza en la casa de Dios, le costará mucho dejar de lado la denominación de “hacedor de servicio”. ¿Por qué le costará mucho dejarla de lado? ¿No guarda relación con el significado establecido por Dios para esta denominación? A la gente le resulta bastante fácil esforzarse un poco y hacer las cosas con sus habilidades, sus dones y su inteligencia innatos. Sin embargo, vivir según la verdad, entrar en la realidad-verdad y actuar de acuerdo con la voluntad de Dios son cosas muy agotadoras; requieren tiempo, liderazgo de la gente, esclarecimiento y disciplina de Dios. Requieren, además, el advenimiento de las palabras de juicio y castigo de Dios. Por lo tanto, en lo que se tarda en alcanzar este objetivo, lo que la mayoría es capaz de hacer y proveer se limita a ese pequeño número de cosas: desempeñar la función de objetos a los que hable Dios; poseer ciertos dones y ser de utilidad en la casa de Dios; pensar como la humanidad normal y ser capaz de captar y llevar a cabo los trabajos que te asignen; estar dotado de ciertas habilidades y ser capaz de concentrarte en lo que mejor haces en todo trabajo que te manden en la casa de Dios; y, sobre todo, aspirar a escuchar y someterte. Al prestar servicio en la casa de Dios y esforzarte por Su obra, si tienes esa pequeña inclinación a escuchar y someterte, no podrás huir ni causar problemas; por el contrario, harás todo lo posible por contenerte y cometer menos acciones malas y más buenas. Estos son el estado y la situación de la mayoría de la gente, ¿no? Por supuesto, solamente una minoría muy pequeña de vosotros ha superado realmente esta situación, esta categoría. ¿Y qué poseen esas poquísimas personas? Han logrado entender la verdad, poseen la realidad-verdad y, ante un problema, son capaces de orar y buscar la voluntad de Dios y de actuar de acuerdo con los principios-verdad. Su aspiración a escuchar y someterse ya no se limita a una mera decisión de hacerlo; ya son capaces de tomar la iniciativa de poner en práctica las palabras de Dios y de actuar según Sus exigencias. Cuando se topan con un problema, tienen veneración por Dios y no hablan ni actúan precipitadamente, sino que son cautelosas y prudentes. Especialmente cuando se enfrentan a la poda y el trato de una manera con la que personalmente no están de acuerdo, igualmente pueden abstenerse de juzgar a Dios y en ellas no surge resistencia alguna. En el fondo, en lo más profundo del corazón, albergan una aceptación sincera de la identidad, categoría y esencia de Dios. ¿Hay diferencias entre estas personas y los hacedores de servicio? (Sí). ¿Cuáles? 1) Entienden la verdad; 2) saben poner en práctica algunas verdades; 3) tienen algo de conocimiento de Dios; 4) el que escuchen y se sometan ya no son meras aspiraciones, sino que se han transformado en una especie de actitud subjetiva —es decir, han alcanzado el verdadero sometimiento—; 5) y esta es la diferencia más importante y valiosa, han cultivado la veneración por Dios. Puede decirse que los poseedores de estas cosas ya se han despojado de la denominación de “hacedores de servicio”. Al observar sus diversos aspectos de entrada, así como su actitud hacia la verdad y el alcance de su conocimiento de Dios, estas personas ya no prestan servicio simplemente a una determinada parte de la actividad de la casa de Dios y has ascendido de nivel para que les manden algo más que trabajos sencillos. Es decir, estas personas no han venido únicamente a recibir una recompensa puntual ni fueron seleccionadas exclusivamente para un trabajo temporal a prueba, en observación, para ver si sabrán hacerlo a largo plazo. Por lo tanto, estas personas ya se han despojado de esta denominación, este apelativo, de “hacedores de servicio”.

 

Extracto de ‘Para los líderes y obreros, escoger una senda es de la mayor importancia (17)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

 

Cuando termine la obra de Dios, si una persona se ha despojado de la denominación de “hacedor de servicio”, la ha dejado de lado y superado, es un motivo de celebración, ¿no? ¿Qué significa esto? Significa que esta persona, a ojos de Dios, ya no es laica ni incrédula; ahora es miembro de la casa y el reino de Dios. Miembro de la casa y el reino de Dios; ¿de dónde proviene esta denominación? ¿Cómo se obtiene? Proviene de haber pagado un precio y, al comprender la verdad, haberla buscado y haber alcanzado cierto nivel de transformación de tu carácter; ya puedes someterte y venerar a Dios y te has convertido en miembro de Su casa. Al igual que Job y Pedro, ya no tienes que sufrir la persecución y corrupción de Satanás. Puedes vivir libremente en la casa de Dios y en Su reino y ya no es preciso que luches contra tu carácter corrupto; eres, a ojos de Dios, un auténtico objeto de la creación y un verdadero ser humano. Esto quiere decir que han terminado por completo los días de penurias de una persona corrompida por Satanás; ahora es tiempo de paz, gozo y felicidad, en el que una persona puede vivir a la luz del rostro del Creador y junto a Dios. Esto es digno de celebración, ¿no? (Sí). […] Algunos han comentado: “En cuanto mencionas el término‘hacedor de servicio’, me siento reticente; esa es la única actitud que tengo. Si me mandas ser hacedor de servicio, no estaré ni dispuesto ni contento. Si dices que no soy hacedor de servicio y, por el contrario, me denominas miembro del pueblo de Dios, siquiera el más pequeño de ellos, estará bien. Me parecerá bien siempre y cuando no me denomines hacedor de servicio. Este es el único empeño, y el único ideal, que he tenido en toda mi vida; lo único que deseo es despojarme de la denominación de‘hacedor de servicio’. No es mucho pedir”. ¿Qué opinas de la gente así? ¿Es esta la actitud de quien busca la verdad? (No). ¿Qué clase de actitud es esta? Es una actitud negativa, ¿no? (Sí). No hace falta que te esfuerces por despojarte de la denominación de “hacedor de servicio”, pues se te dio en función de tu grado de progreso en la vida. No puedes decidir esto tú solo en función de lo que quieras; no depende de lo que quiera una persona, sino de la senda por la que vaya y de si esa persona ha logrado transformar su carácter o no. Si tu único objetivo es tratar de despojarte de la denominación de “hacedor de servicio”, nunca te despojarás de ella. Te diré la verdad: la tendrás el resto de tu vida. Si te concentras, en cambio, en buscar la verdad y puedes lograr una transformación de tu carácter, poco a poco desaparecerá esta denominación. Así pues, a la luz de estos dos puntos, ¿impuso Dios esta denominación de “hacedores de servicio” a la gente? (No). ¡Por supuesto que no! No es una denominación impuesta por Dios a la humanidad, ni una palabra clave, un tratamiento o un título. Se basa en el grado de progreso de la gente en la vida a lo largo de su proceso de evolución vital. Todo lo que hayas progresado en la vida y todo lo que se haya transformado tu carácter es el grado en que te has despojado de la denominación de “hacedor de servicio”. Si algún día llegas a venerar a Dios y a someterte a Él, ya no tendrás esa denominación aunque quieras. Esto depende de la búsqueda de una persona, de su actitud hacia la verdad y de la senda que siga.

 

Extracto de ‘Para los líderes y obreros, escoger una senda es de la mayor importancia (17)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

 

Los hacedores de servicio también deben ser leales. Independientemente de tus orígenes, o de por qué te escogió Dios, debes ser leal a Dios, a lo que Él te comisiona, así como a la obra de la que eres responsable y el deber que cumples. Si los hacedores de servicio son capaces de ser leales, y satisfacer a Dios, ¿cuál será entonces su fin? Podrán permanecer. ¿Es una bendición ser alguien que presta servicio y que permanece? ¿Qué significa permanecer? ¿Qué significa esta bendición? En estatus parecen diferentes a las personas escogidas por Dios, parecen distintas. En realidad, sin embargo, ¿no es lo que disfrutan en esta vida lo mismo que las personas escogidas por Dios? Como mínimo, en esta vida es lo mismo. No negáis esto, ¿verdad? […] Si puedes ser un hacedor de servicio leal, si puedes servir hasta el final y puedes llevar a cabo la comisión que Dios te dio, entonces vivirás una vida de valor. Si puedes hacer esto, podrás permanecer. Si pones un poco más de esfuerzo, si lo intentas con más fuerza, eres capaz de doblar tus esfuerzos para conocer a Dios, puedes hablar un poco del conocimiento de Él, puedes dar testimonio de Él y si, además, puedes entender algo de Su voluntad, puedes cooperar en Su obra y ser de alguna forma consciente de Su voluntad, tú, el que presta servicio, tendrás un cambio de fortuna. ¿Y cuál será este cambio de fortuna? Dejarás de ser capaz de permanecer sencillamente. Basándose en tu conducta y en tus aspiraciones y tus búsquedas personales, Dios te convertirá en uno de los escogidos. Este será tu cambio de fortuna. Para los que prestan servicio, ¿qué es lo mejor de esto? Es que puedan llegar a ser una de las personas escogidas por Dios. Se conviertan en una de las personas escogidas por Dios, significa que ya no se reencarnan más como animal tal como ocurre con el incrédulo. ¿Es eso bueno? Lo es, y son buenas noticias. Es decir, los hacedores de servicio pueden moldearse. No es el caso de que cando Dios destina a un hacedor de servicio a servir, él lo hará eternamente; eso no es necesariamente así. Basándose en la conducta individual, Dios lo manejará y le contestará de forma diferente.

 

Extracto de ‘Dios mismo, el único X’ en “La Palabra manifestada en carne”

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