¿Qué es la Fe? ¿Cómo podemos desarrollar la verdadera Fe?
¿Qué es la fe? Muchos hermanos y hermanas en el Señor, creen que mientras reconozcamos el nombre de Dios, sigamos leyendo la Biblia, reuniéndonos y orando, y sobre todo, mientras seamos capaces de sacrificarlo todo y trabajar duro, serán creyentes que tengan fe en Dios. De hecho, la verdadera fe significa que cuando nuestra mente y nuestro cuerpo padecen grandes sufrimientos durante una adversidad, aun así no malinterpretamos a Dios ni nos quejamos de Él, sino que le obedecemos y seguimos creyendo en Él y le seguimos.
Dice la Biblia que cuando Abraham tenía 100 años, Jehová Dios le concedió un hijo: Isaac. Cuando Isaac hubo crecido, Dios le pidió a Abraham que lo devolviera. Aunque Abraham estaba muy apenado, estuvo dispuesto a soportar aquel gran dolor y devolverle Isaac a Dios, obedeciendo así lo que Dios había dispuesto, sin poner condiciones. Cuando Abraham alzó el cuchillo para sacrificar a su hijo, Dios vio su verdadero corazón y lo detuvo a tiempo. Y le preparó un holocausto que presentar a Dios. Después de aquello, las siguientes generaciones llamaron a Abraham el padre de la fe.
Job es otro ejemplo. Fue tentado por Satanás. Unos bandidos le robaron su ganado, asesinaron a sus sirvientes, la calamidad cayó sobre sus hijos, unas llagas malignas cubrieron todo su cuerpo y su mujer se reía de él y le pedía que renunciase a Dios. Cuando Job tuvo que enfrentarse a todas estas repentinas desgracias, soportó tanto el dolor físico como el psíquico. Y sin embargo, no se quejó por lo que Jehová Dios le había sacado, sino que dijo: “… Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Soportó los duros y dió rotundos testimonios de Dios, lo cual avergonzó y derrotó a Satanás. Al ver Dios la fe que Job tenía en Él, lo bendijo doblemente, concediéndole más ganado, ovejas y hermosos hijos. Job murió dichoso, con muchos días a su espalda. Tanto Abraham como Job son modelos de fe, y vale la pena que todos nosotros, los creyentes del Señor, los imitamos.
Aprendemos de los testimonios de Abraham y Job que cuando Dios los bendijo, creyeron que todo lo que el hombre tiene, se lo debe a las bendiciones de Dios, de modo que le dieron las gracias y lo adoraron. Cuando las pruebas de Dios cayeron sobre ellos, aunque no lo entendían y sentían un gran dolor en sus interiores, siguieron obedeciendo a Dios y no se quejaron. Sólo esto es la verdadera fe en Dios, y también es el corazón sincero entregado a Dios. Tal como dicen las palabras de Dios: “¿A qué se refiere la fe? La fe es la creencia genuina y el corazón sincero que los humanos deberían poseer cuando no pueden ver ni tocar algo, cuando la obra de Dios no está en línea con las nociones humanas, cuando está más allá del alcance humano. Esta es la fe de la que hablo. Las personas necesitan fe durante los momentos de dificultad y de refinamiento, y junto a la fe viene el refinamiento. Esto es inextricable”.
Pero entonces, ¿cómo podemos desarrollar la verdadera fe en Dios? Tenemos que experimentar en la práctica y apreciar la obra de Dios en nuestra vida cotidiana. Cuando somos capaces de ver la soberanía de Dios, Sus orquestaciones y lo que dispone para nosotros y Su autoridad y Sus hechos, y cuando a través de ellas logramos un entendimiento genuino de Dios, entonces no importa que la obra de Dios no encaje con nuestras nociones, seguiremos siendo capaces de mantener nuestra fe en Él. Al igual que hizo Job: sólo había oído hablar de Dios, nunca había visto a Dios. Sin embargo, supo conocer la soberanía de Dios y ver la justicia de Dios en todas las cosas. Por ejemplo: la fortuna y el infortunio del hombre, cuánto dinero uno poseería y cuántos hijos uno tendría – sabía que todo ello caía bajo la soberanía de Dios, por mucho que el hombre lo planease o calculase. Vio quiénes eran malvados y por lo tanto castigados por Dios, quiénes tenían un gran corazón y por lo tanto recibían la gracia y la bendición de Dios. Como Job experimentó la soberanía de Dios y Su justicia en su vida, supo entender a Dios y desarrolló una verdadera fe en Él, sin pedirle nada, y pensó que lo que tenía que hacer era aceptar y obedecer los designios de Dios. Cuando las tentaciones de Satanás recayeron sobre él, a pesar de encontrarse en una situación miserable, supo ver que todas las cosas de las que había disfrutado, habían venido de Dios y no a través de su propio trabajo duro, y que si Dios quería quitárselas, no debería quejarse de ello o malinterpretar a Dios, sino obedecerle. Y fue así que Job dio un testimonio rotundo de Dios ante Satanás y que Dios lo aceptó.
Por lo tanto, si queremos desarrollar la verdadera fe en Dios tal como hicieron Abraham y Job, debemos experimentar la obra de Dios en nuestra vida cotidiana. Sólo cuando hayamos experimentado la guía, el apoyo, la ayuda, el castigo y la disciplina de Dios, y hayamos entendido que lo que Dios hace en nosotros es todo Su amor y nuestra salvación, obtendremos un verdadero entendimiento de Él, apreciaremos Su omnipotencia y Su sabiduría y, lo que es más, sabremos que Su carácter justo es inviolable por el hombre. Cuando llegue ese momento, tendremos un corazón reverente de Dios y por lo tanto desarrollaremos la verdadera fe en Dios.
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