Devocional cristiano: ¿qué es la verdadera devoción?
Sabemos que para establecer una relación normal con Dios, debemos practicar devociones, como leer la Biblia, orar y cantar todos los días. Aunque hemos tomado mucho tiempo para hacer esto, todavía no entendemos la Palabra y voluntad del Señor, e incluso nos quedamos dormidos durante la devoción, no sentimos Su presencia en absoluto. Nos gustaría buscar qué es la verdadera devoción y cómo podemos lograr un buen efecto sobre esto.
En respuesta a este problema, primero leamos lo que dice la Palabra de Dios.
Dios dice: “Una vida espiritual normal no se limita a la oración, a los cánticos, a la vida de la iglesia, a comer y beber las palabras de Dios, y otras prácticas semejantes, sino que significa vivir una vida espiritual fresca y llena de vida. No se trata del método, sino del resultado. La mayoría de las personas piensan que, para tener una vida espiritual normal, uno tiene que orar, cantar, comer y beber las palabras de Dios, o intentar descifrarlas. Independientemente de que haya algún resultado, o un verdadero entendimiento, estas personas sólo se centran en pasar por los movimientos del exterior y no se enfocan en el resultado: son personas que viven dentro de los rituales de la religión, que no viven en el seno de la iglesia y, menos aún, son personas del reino. Las oraciones, los cantos y el comer y el beber las palabras de Dios por parte de este tipo de personas, todo ello cumple con las normas; están obligadas a hacerlo y lo hacen según las corrientes; no actúan de buen grado ni desde el corazón. Por mucho que estas personas oren o canten, no habrá resultado alguno, porque toda su práctica consiste en normas religiosas y rituales, y no practican la palabra de Dios. Al centrarse tan sólo en el método, y tomar las palabras de Dios como normas que observar, este tipo de persona no ponga en práctica la palabra de Dios, y que se limite a satisfacer la carne y a hacer cosas para presumir delante de los demás. Esta clase de ritual religioso y de normas proceden del hombre, no de Dios. Él no cumple normas ni se atiene a ley alguna; Él hace cosas nuevas cada día y realiza obra práctica. [...] Si las personas viven con normas, con el corazón vertido en la práctica, entonces el Espíritu Santo no tiene forma de obrar, porque el corazón de las personas está ocupado por ellas y por los conceptos humanos; por tanto, Dios no tiene manera de obrar; las personas vivirán siempre bajo el control de la ley, y este tipo de persona no será nunca capaz de recibir el elogio de Dios”.
“Las personas creen en Dios, lo aman y lo satisfacen cuando tocan al Espíritu de Dios con su corazón y, de ese modo, logran la satisfacción de Dios; al comprometerse con las palabras de Dios con su corazón, por lo tanto, el Espíritu de Dios las conmueve. Si se quiere alcanzar una vida espiritual adecuada y establecer una relación adecuada con Dios, primero hay que entregarle el corazón a Dios y tranquilizar el corazón ante Él. Sólo después haber derramado el corazón en Dios se puede, poco a poco, tener una vida espiritual adecuada. [...] Si tu corazón se puede derramar en Dios, y mantenerse tranquilo delante de Él, tendrás la oportunidad y las cualificaciones para que el Espíritu Santo te use, para recibir Su esclarecimiento e iluminación, y lo que es más, para tener la oportunidad de que el Espíritu Santo compense tus deficiencias. Cuando das tu corazón a Dios, puedes entrar de forma más profunda en el lado positivo, y estar en un plano más elevado de entendimiento; en el lado negativo, tendrás más entendimiento de tus propias faltas y deficiencias, estarás más dispuesto a buscar satisfacer la voluntad de Dios y, en un estado no pasivo, entrarás activamente. Esto significará que eres una persona correcta”.
La Palabra de Dios indica la falta de nuestras devociones y también nos muestra el camino de la práctica para que entendamos que la verdadera vida espiritual no importa cómo hagamos por fuera y cómo participemos en la ceremonia, sino para ver el efecto, es decir, ver qué beneficios y ayuda nos da la devoción; cuando hacemos oraciones, no es importante que cuántos minutos y cuántas palabras hablemos, pero debemos hablarle a Dios nuestras dificultades reales y las palabras que están dentro de nuestro corazón, buscando Su voluntad y la manera de la práctica; cuando leemos la Palabra de Dios, no importa cuánto leamos, sino que debemos enfocarnos en tratar de descubrir las intenciones y los requisitos de Dios y reflexionar sobre si actuamos de acuerdo con la palabra de Dios cuando nos vengan cosas. Por lo tanto, si queremos que nuestras devociones sean efectivas, primero debemos retirar nuestro corazón de todas las personas, cosas, reglas y acciones, guardando silencio delante de Dios, orando a Él con un corazón honesto, leyendo Sus palabras y meditando en ellas, de esta manera, podemos obtener el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo y establecer una relación normal con Dios.
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