Mi familia era pobre cuando yo era joven, tenía una vida dura y mis parientes y amigos se burlaban de mí constantemente. Desde ese momento en adelante, me decidí: Debo ganar mucho dinero y vivir una vida rica en el futuro, así los demás me verán desde una nueva perspectiva.
A los 14 años, dejé la escuela y me fui a trabajar lejos de casa para ganar dinero. Varios años después, me casé. Como yo trabajaba horas extra, me quedaba despierta hasta tarde por mucho tiempo y estaba expuesta a químicos regularmente, mi salud se vio dañada. Entonces, mi esposo me pidió que tomara un descanso en casa. Pero, mis suegros me odiaban porque yo no ganaba dinero, sino que me quedaba de ociosa en casa, decían que estaba condenada a sufrir de la pobreza toda mi vida. Al escuchar estas duras palabras, pensé: Debo trabajar duro para ganar dinero y tener una vida rica. Veremos quién me mira con desprecio entonces.
Después, fui a trabajar al restaurante de mi cuñada. Al principio, trabajaba como mesera, preparando los alimentos, y luego como cocinera. El trabajo en el restaurante era cansado y el salario bajo, necesitaba levantarme temprano y acostarme muy tarde todos los días, así que apenas lo podía soportar. Pero, mientras pensara que podía abrir mi propio restaurante, ganar mucho dinero y tener una vida rica después de adquirir toda la experiencia, tenía el ímpetu para seguir adelante.
Dos años después, renuncié a mi trabajo y quería iniciar mi propio negocio. Pero mi esposo no me apoyó. Para ganar dinero, renté dos escaparates en secreto. Después de que todo el equipo se instaló, el restaurante abrió. El negocio en ese momento era rápido, y yo, como un reloj descompuesto, seguía trabajando día y noche. A veces, ni siquiera tenía tiempo para comer, y frecuentemente tenía un dolor en la espalda por el cansancio. Sin embargo, mientras pensara que llegarían los fajos de billetes, un poder invisible surgía en mi corazón. Podía soportarlo, no importaba cuán incómoda y cansada me sentía. Mi trabajo duro dio resultados, y pronto compré una casa y un auto. También tenía algunos ahorros y podía comprarme lo que yo quisiera. Mis suegros también me vieron de una forma nueva, y ellos me atendían, no importaba qué pidiera. Finalmente había saboreado la sensación de tener dinero y que otros me estimaran. Esto me hizo sentir que mi cansancio valía la pena.
Sin embargo, no estaba feliz con el estado actual. Para ganar más dinero y tener más gente que me admirara, planeé abrir una cadena de restaurantes y crear mi propia marca. Así que, no solo necesitaba manejar el negocio de los restaurantes, sino también necesitaba ampliar mis conexiones. Estaba terriblemente ocupada. En ese momento, mi madre me predicó el evangelio del reino de Dios, pero yo pensé: Todavía soy joven y ahora es el mejor momento para ganar dinero. No tengo tiempo para creer en Dios. Así que la rechacé. Después de eso, mi madre vino a predicar el evangelio en varias ocasiones, pero la rechazaba con el pretexto de que estaba ocupada.
Un día, de repente me sentí muy incómoda y mi parte privada sangraba mucho. Mi cabeza estaba mareada y me sentía débil. Entonces, fui al hospital a una revisión, y el resultado mostró que tenía fibromas uterinos. El doctor me dijo que podía curarme después de una operación. Al escuchar las palabras del doctor, exhalé un suspiro de alivio. Sólo deseaba que la operación fuera pronto para poder regresar a ganar dinero. Así que, inmediatamente hice una cita con el doctor y planeé la operación para el día siguiente. Sin embargo, la operación se detuvo a la mitad cuando se estaba realizando. El doctor dijo que mi condición no era buena y que necesitaban sacar la cosa para una biopsia en un hospital grande. El doctor me pidió que fuera a casa y esperara el resultado.
Dos semanas después, mi esposo fue al hospital por el resultado de los análisis. Después de regresar a casa, me dijo que el doctor nos había pedido ir al hospital provincial para otra revisión. También me consoló, pidiéndome que no me preocupara, sino que lo considerara como un viaje. Al escuchar las palabras de mi esposo, no pensé mucho y simplemente empaqué nuestro equipaje y fuimos a la capital. Mi esposo gastó mucho dinero en hacer una cita con un experto, y los resultados estuvieron listos en la tarde. El doctor dijo que tenía cáncer cervical. Al escuchar estas noticias, sentí como si el cielo se cayera y yo parecía hundirme en un abismo sin fondo. Seguí llorando en mi corazón: ¡Santo cielo! Sólo tengo 35 años. ¡No quiero morir ahora! ¿Cómo me enfermé así? En ese momento, sentí desesperación, miedo e impotencia en mi corazón. Mi esposo me consoló con lágrimas: “¡Querida, no te preocupes! Trataré de curar tu enfermedad, Trataré de curar tu enfermedad aunque entreguemos nuestros últimos recursos. Tranquila. No es tan serio como crees”. Sin embargo, yo no podía escucharlo. No estaba dispuesta a aceptar que mi vida era tan miserable.
Cuando llegamos a la sala del hospital, la enfermera en turno dijo: “La cama vacía está disponible hasta dentro de un mes. Tu tratamiento no puede esperar. Así que será mejor que vayas a otros hospitales”. Al escuchar estas palabras, me sentí desalentada. Me sentía muy mareada y me caí al lado de mi esposo. Mi esposo me sostuvo rápidamente y me consoló. Sentía mucho dolor, pensaba: es imposible que me hospitalicen, aun cuando tengo dinero. ¿Qué mundo tan complicado es este? No pude evitar llorar. Después, un profesor me dijo: “Tu enfermedad es muy grave y necesitas ser internada de inmediato. Primero necesitas recibir la quimioterapia dos veces. Si el número de células cancerígenas no disminuye en absoluto después de eso, sólo te puedes resignar a la voluntad de Dios”. Mientras escuchaba eso, suspiré con sentimiento: ¡Qué frágil es la vida del hombre! Estuve ocupada con mi negocio, pero al final me dio cáncer por el cansancio. ¿Puede comprar mi vida el dinero que gané?
Como no había una cama vacía, tuve que sentarme en la silla en el corredor para recibir el tratamiento de quimioterapia. Varios días después, por los efectos secundarios de las drogas, estaba muy débil y me sentía muy frágil. Mi abdomen estaba hinchado y con tanto dolor que no podía comer ni ir al baño. Mi cabello también se cayó. Viendo que yo no era ni una persona ni un fantasma, sentí mucha desesperación en mi corazón. Recordando el tiempo cuando no estaba enferma para ganar dinero, estaba casi muerta por la fatiga. Ahora, tengo que soportar el tormento de la enfermedad. En verdad no podía soportar tal golpe, y pensé que sería mejor si muriera. En ese momento, mi madre me llamó por teléfono y me estuvo consolando, pidiéndome ir a su casa y diciendo que tenía algo muy importante que contarme.
Después de que regresé a casa, mi madre me dio fe del evangelio del reino de Dios y también me pidió leer un pasaje de la palabra de Dios: “¿De dónde proceden el dolor del nacimiento, la muerte, la enfermedad y la vejez presentes a lo largo de la vida del hombre? ¿A causa de qué comenzaron las personas a tener estas cosas? ¿Tenía el hombre estas cosas cuando fue creado en el principio? No las tenía, ¿verdad? Entonces, ¿de dónde vinieron? Estas cosas llegaron después que el hombre fuera tentado por Satanás y de que la carne del hombre se degenerara, como el dolor de la carne, sus problemas y su vacío, así como la extrema desdicha del mundo. Satanás empezó a atormentar al hombre después de haberlo corrompido. Entonces el hombre se volvió cada vez más degenerado, sus enfermedades se profundizaron y su sufrimiento se hizo cada vez más severo. El hombre sintió cada vez más el vacío, la tragedia y la incapacidad de seguir viviendo en el mundo y sintió cada vez menos esperanza para el mundo. Por tanto, Satanás acarreó este sufrimiento sobre el hombre, y sólo le vino después de que este hubiera sido corrompido por Satanás y se degenerara”.
Después de leer la palabra de Dios, mi madre hizo una reflexión, “En el principio, Dios creó a Adán y Eva. Ellos vivían felices y sin preocupaciones en el Jardín del Edén, y disfrutaban todas las riquezas que Dios les había otorgado, sin penas ni preocupaciones, ni el nacimiento, la muerte, la enfermedad ni la vejez. Desde que la humanidad fue tentada y corrompida por Satanás, hemos vivido bajo la influencia de Satanás, perdiendo el cuidado y la protección de Dios. En consecuencia, varios tipos de enfermedades han caído sobre nosotros, lo que nos ocasiona vivir, con más dolor y con impotencia. Sólo cuando venimos ante Dios y aceptamos Su salvación, podemos liberarnos de la aflicción de Satanás y sentirnos firmes y tranquilos en nuestro corazón”. A través de la reflexión de mi mamá, lo entendí: Nuestra vida, edad, enfermedad y muerte son causadas por la corrupción de Satanás. Al pensar atrás en esos años, yo corría y trabajaba por dinero, ignorando mi salud, y finalmente me dio cáncer. Todo esto resultó de la aflicción de Satanás. Después, mi madre escribió la oración para mí y me enseñó a rezar, me pidió confiar y buscar más a Dios, confiar mi enfermedad en las manos de Dios, y someterme a la soberanía y disposición de Dios. También me dio un libro de la palabra de Dios.
Dos semanas después, fui al hospital para recibir el segundo tratamiento de quimioterapia. Por perder el cabello, me volví alérgica y sentía dolor y comezón en todas partes y tenía mi corazón agitado. Pensaba que, si efecto de la quimioterapia no era el ideal en esta ocasión, no sería capaz de tener la operación, y sólo debería esperar morir. No pude evitar sentirme temerosa e inquieta. En este momento, pensé en el libro que mi madre me dio. Entonces, inmediatamente lo abrí y vi un pasaje de la palabra de Dios que dice: “Desde el momento en que llegas llorando a este mundo, comienzas a cumplir tu deber. Asumes tu papel en el plan de Dios y en la ordenación de Dios. Comienzas el viaje de la vida. Cualquiera que sea tu trasfondo y el viaje que tienes por delante, ninguno puede escapar la orquestación y la disposición que el cielo tiene guardadas y ninguno tiene el control de su destino, porque sólo Él, quien gobierna sobre todas las cosas, es capaz de hacer tal obra”. De la palabra de Dios, entendí: Nuestro futuro y destino, la vida y la muerte, así como las bendiciones y las maldiciones, todo está controlado por la mano de Dios. No podemos dominar nuestro propio destino. No importa cuánto dinero tengamos y cuán alta sea nuestra posición social, somos incapaces de cambiar nuestro destino. Ya que mi vida y muerte están en la mano de Dios, no importa cuánto miedo tenga a la muerte y me sienta nerviosa. Solo me puede causar más y más dolor. ¿Por qué no dejo mi vida en las manos de Dios? Mientras pensaba en esto, mi corazón se tranquilizó y me puse en presencia de Dios y recé: “¡Dios Todopoderoso! Con Tu mano controlas mi vida. Tú sabes que soy débil. Pero estoy dispuesta a confiar mi enfermedad en Tus manos. No importa si vivo o muero, estoy dispuesta a someterme a Tu soberanía y disposición”. Después de volver a casa del hospital, no me sentí tan incómoda y pude comer y dormir, y mi condición mental también mejoró. Sentí que Dios estaba realmente a mi lado, cuidando y protegiéndome, lo que me hizo tener fe en Dios. Dos semanas después, fui al hospital para una revisión. El doctor me dijo, “el efecto de la quimioterapia es bueno, puedes tener la operación ahora”. En ese momento, me sentí muy feliz, y en mi corazón seguí agradeciendo a Dios, “¡Oh, Dios! Gracias por Tu maravillosa protección, para que tuviera oportunidad de tener la operación. ¡Oh, Dios! Estoy dispuesta a dejar mi operación en Tus manos. Que la gobiernes y te encargues de ella”. Después, el doctor realizó la operación. La cirugía fue muy exitosa y pude levantarme y caminar al día siguiente. El doctor me dijo el tercer día: “La herida sanó bien. Puedes salir del hospital en unos días más”.
Al regresar a casa, me recuperé muy bien. Después de eso, fui al hospital para recibir la quimioterapia unas veces más. Vi que mis compañeros del hospital seguían vomitando y tenían mucho dolor por la quimioterapia, pero yo no sufrí tanto y sentí calma en mi corazón. Gracias a la protección de Dios, las células cancerígenas estuvieron bajo control y mi condición mejoró. Tres meses después, fui a otra revisión y descubrí que las células cancerígenas habían desaparecido por completo. El doctor y mis compañeros, todos dijeron, “Tu enfermedad se curó muy fácilmente. En verdad es un milagro. ¿Tomas alguna buena medicina?” Yo no dije nada, sólo sonreí. Sabía que todo esto era gracias al cuidado y la protección de Dios. Si no fuera por la misericordia de Dios, no me hubiese recuperado pronto.
Después, mi madre trajo hermanos y hermanas a mi casa, para tener reuniones y compartir la palabra de Dios conmigo. Comencé a vivir la vida de iglesia, sintiéndome muy tranquila y alegre en mi corazón. Un día, vi que la palabra de Dios decía, “Las personas gastan su vida persiguiendo el dinero y la fama; se agarran a un clavo ardiendo, pensando que son sus únicos apoyos, como si teniéndolos pudiesen seguir viviendo, eximirse de la muerte. Pero sólo cuando están cerca de morir se dan cuenta de cuán lejos están estas cosas de ellas, cuán débiles son frente a la muerte, cuán fácilmente se hacen añicos, cuán solas y desamparadas están, sin ningún lugar adónde ir. Son conscientes de que la vida no puede comprarse con dinero ni fama, que no importa cuán rica sea una persona, no importa cuán elevada sea su posición, todas las personas son igualmente pobres e intrascendentes frente a la muerte. Se dan cuenta de que el dinero no puede comprar la vida, que la fama no puede borrar la muerte, que ni el dinero ni la fama pueden alargar un solo minuto, un solo segundo, la vida de una persona”.
Vi que la palabra de Dios revelaba exactamente mi verdadero estado. Al recordar esos años, para vivir una vida rica y recuperar un poco de mi dignidad, frente a mi familia, dejé la escuela a una temprana edad y trabajé duro día y noche para ganar dinero. Cuando había comprado un carro y una casa, no estaba satisfecha y aún quería abrir más restaurantes para ganar más dinero. Me mantuve ocupada cada día, como una máquina de ganar dinero, y nunca cuidé mi salud. Algunas veces, estaba cansada y quería detenerme y tomar un descanso, pero mi deseo de conseguir dinero, fama y ganancias era tan fuerte, que estaba reacia a desperdiciar la oportunidad de ganar dinero. Tuve tales manifestaciones y búsquedas, todo porque estaba influenciada y envenenada por las toxinas que Satanás nos había inyectado, tales como “El dinero no lo es todo, pero sin él, no puedes hacer nada”, y “El dinero lo es todo”. Esto me hizo arrepentirme de haber perseguido el dinero como la cosa más importante y pensar que sería admirada por otros y lo tendría todo cuando tuviera dinero. Sin embargo, cuando me enfermé de cáncer, descubrí que ni el dinero, ni la fama, ni las ganancias podían intercambiarse por mi salud, mucho menos podían traer consuelo a mi corazón y mi alma. Aunque rechacé la salvación de Dios una y otra vez, Dios no me abandonó por mi desobediencia. Al contrario, cuando estaba más indefensa y desesperada, Dios hizo que mi madre me predicara el evangelio del reino de Dios otra vez y me sacara del borde de la muerte, para que tuviera el privilegio de ponerme ante Dios y aceptar Su salvación. Ahora, realmente probé el amor y la salvación de Dios.
Vi que la palabra de Dios dice, “Sólo se vive en la luz si se conoce a Dios y si se posee la verdad; y sólo cuando la visión del mundo y de la vida cambian, uno cambia fundamentalmente. Cuando se tiene una meta en la vida y uno se comporta de acuerdo con la verdad; cuando se somete absolutamente a Dios y se vive por Su palabra; cuando uno se siente seguro e iluminado en lo profundo del alma; cuando el corazón está libre de oscuridad; y cuando se vive libre por completo y sin ataduras en la presencia de Dios, sólo entonces se vive una verdadera vida humana y se pasa a ser una persona que posee la verdad”. La palabra de Dios me señaló la dirección correcta de la vida. Yo trabajé duro por dinero y sufrí terriblemente las torturas y aflicciones de Satanás. Ahora, he logrado entender que sólo la vida de adorar a Dios era valiosa y significativa, y que no debería vivir más bajo las leyes de supervivencia de Satanás. En los días siguientes, leí la palabra de Dios y viví una vida de iglesia más activamente, y también, realicé mi deber de un ser creado en la iglesia, testificando el amor y la salvación de Dios hacia la humanidad a más gente que aún vivía en la oscuridad y el dolor. Me sentí particularmente alegre y en paz en mi corazón. Mi condición mental mejoró mucho y mi fe en seguir a Dios se volvió cada vez más grande. Sólo entonces me di cuenta de que, únicamente siguiendo a Dios, puedo vivir una vida significativa. ¡Gracias, Dios! ¡Toda la gloria a Dios!
(Traducido del original en inglés al español por Andrea González Briseño)
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