Reflexion sobre la honestidad | La actitud del cristiano en su trabajo
Hace pocos días, leí un artículo: “Dios es mi jefe”, uno de los subtítulos en el artículo, me conmovió mucho, y decía: el personaje principal era un periodista. En el pasado, él tuvo una mala
actitud hacia su trabajo. En el registro de asistencia, escribió que había ido a hacer entrevistas, pero de hecho, él hizo trabajo de medio tiempo o se quedó en su casa durmiendo. Luego, empezó a
creer en el Señor y fue bautizado. Cuando leía los requerimientos de Dios al hombre “no mientas”, él supo que los Cristianos debían ser honestos. Así que suplicó a Dios que quería convertirse en
una persona honesta. Durante su oración, se dió cuenta de que había mentido cuando trabajaba. Por lo que se armó de valor para confesarle su falta al director y a su anterior jefe. Después de
eso, él a menudo practicaba siendo una persona honesta de acuerdo con la palabra de Dios. Ha sido la palabra de Dios la que ha cambiado completamente su
actitud hacia el trabajo. A final de año, él recibió el bono de asistencia perfecta por primera vez. Después de eso, aún cuando no hubiera supervisión de su superior y el sistema de control de
entrada y salida, él podía levantarse temprano para escribir en casa. Él dice que Dios era su jefe, y necesita ser responsable ante él cuando trabaja. Hasta ahora, él ha estado tratando su
trabajo de esta manera.La palabra de Dios es realmente preciosa. Sólo un poquito de la palabra de Dios puede cambiar nuestra actitud hacia el trabajo, e incluso nuestra perspectiva de la vida y
nuestros valores, de modo que podemos liberarnos de las mentiras de satanás y vivir con la confianza de la rectitud y la honestidad. Hice mi secreta resolución: haré mi trabajo delante de Dios y
trataré a Dios como mi jefe porque también soy cristiano.
Una tarde, mi colega Vicky me envió el documento que había organizado para que lo revisara. Luego de corregir varios errores uno por uno, encontré que el título era inapropiado, pero no se me
ocurrió nada luego de meditarlo por un rato. Así que le dije que lo cambiara. Luego empecé a atender mis propios asuntos.
Después de un rato, Viki me envió otro título. La dejé pensarlo de nuevo cuando me dí cuenta de que el nuevo título tampoco era apropiado y le aconsejé que buscara una mejor idea en la
documentación anterior, y luego ella me envió otros dos títulos. Después de leerlos, pensé que no eran lo suficientemente buenos y se lo dije. Ella se sintió avergonzada, así que me pidió ayuda.
Le prometí hacerlo casualmente. Sin embargo, mi promesa solo fue por cortesía y no tenía intención de ayudarla a buscar otro título.
Antes de ir a cama esa noche, Viki aún no había resuelto, así que no pudo culminar su documento a tiempo, se retrasó su progreso en el trabajo. En ese momento, me sentí un poco culpable y con
intranquilidad porque recordé que le había prometido buscar otro título pero no lo había hecho. Así, que me postré ante Dios y oré, “¡Dios! Viki me pidió que la ayudara a encontrar otro título.
Pero no lo hice aun cuando lo había prometido. ¡Dios! He mentido y no he sido honesto. Ahora me arrepiento y estoy dispuesto a convertirme en un hombre honesto , ayudando a Viki a elaborar otro
título. Después de haber orado, pensé en la petición de Dios al hombre de “no mientas” y la palabra “Dios es mi jefe”. Entonces me di cuenta de que mi promesa de ayudar a Viki a elaborar otro
título no era por voluntad propia. Porque esa vez pensé: ya que es su documento, eso equivaldría a su logro aun cuando yo haya elaborado su título. Por lo tanto, preferí hacer mi propio trabajo
antes que ayudarla. Debido a mi egoísta y manipuladora disposición, le mentí. Por mis intereses, no estuve dispuesto a ayudarla, pero ignoré el hecho de que éramos compañeros. Ya que ella me
había dejado revisar su documentación de trabajo. Debí haber sido responsable por ello y mirarlo como una comisión o tarea que Dios me dió. Y debí haber tratado el tema de cara a Dios y aceptar
Su observación, no enfocarme en esclarecer a quién en la Tierra pertenecía este documento. Pensando en esto, me sentí dispuesto a ayudar a Viki a pensar en otro título.
“Dios es mi jefe”, es lo que pensé al despertar la mañana siguiente, lo que me hizo sentir alegría en mi corazón. Tan pronto como llegué a la oficina; oré a Dios primero y luego ayudé a Viki a
buscar otro título. Le recomendé algún material, y también consulté con algunos colegas. Al final, escogí un título que pensé era el mejor y se lo envié a Viki. Ella también estaba satisfecha con
ese título. Despueś, le hice una pequeña corrección al final del documento y lo terminamos juntos. Mirando su logro, sentí mucha felicidad en mi corazón, ¡y también le di la gloria a
Dios!
Aquél día, traté mi trabajo de acuerdo con la fe, “Dios es mi jefe”. Como resultado, pude llevarme bien con colegas de otros departamentos y terminamos siendo buenos compañeros. Juntos tratábamos
varias cosas, discutiendo soluciones y buscando diferentes ideas. Muchos problemas en el trabajo pudieron ser finalmente resueltos cuando los discutíamos juntos y nos comunicábamos. De esta
manera, no solo la eficiencia y la calidad incrementaron, sino que las relaciones entre nosotros también mejoraron. Es por la palabra de Dios que podría tener una actitud correcta hacia mi
trabajo y encontrar cómo vivir una vida de valor y significado. ¡Gracias Dios!
El Señor Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). La palabra de Dios es la base de
nuestra existencia, y también la brújula para nuestras acciones. Si actuamos de acuerdo con la palabra de Dios, si hacemos todo ante Dios y somos responsables de cada elemento en el trabajo, Dios estará con nosotros y nos mostrará el camino para la
práctica. Además, podremos vivir con la confianza de la rectitud y felizmente.
(Traducido del original en inglés al español por Francy Cañizalez)
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
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