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Palabras diarias de Dios | La Era del Reino es la Era de la Palabra (Fragmento 1)

 

Cuando los ángeles tocan música y percusión para alabarme, no puedo evitar que se evoque Mi compasión por el hombre. De repente me siento extremadamente triste en Mi corazón y me es difícil deshacerme de esta dolorosa emoción. En las alegrías y tristezas de ser desgarrado del hombre para luego reunirme a él, no podemos intercambiar sentimientos. Separados arriba en el cielo y abajo en la tierra, somos incapaces de encontrarnos regularmente. ¿Quién podría liberarse de la nostalgia? ¿Quién podría jamás dejar de recordar el pasado? ¿Quién no podría anticipar con impaciencia la continuación de los buenos sentimientos pasados? ¿Quién no esperaría Mi regreso? ¿Quién no anhelaría Mi reencuentro con el hombre? Mi corazón está profundamente atribulado y sus espíritus están profundamente preocupados. Aunque somos iguales en nuestros espíritus, no podemos estar juntos a menudo y no nos podemos ver con frecuencia. De este modo la vida de toda la humanidad está profundamente afligida y faltándole vitalidad, ya que siempre me han anhelado. Es como si fueran objetos eyectados del cielo, clamando por Mi nombre desde la tierra, levantando su vista a Mí desde el suelo, pero, ¿cómo pueden escapar de la boca del lobo hambriento? ¿Cómo se pueden liberar de sus amenazas y tentaciones? ¿Cómo los humanos no se pueden sacrificar a sí mismos por medio de su obediencia a los arreglos de Mi plan? Cuando suplican en voz alta, les volteo Mi rostro, ya no puedo soportar continuar viendo aquello; sin embargo, ¿cómo no podría escuchar su clamor lleno de lágrimas? Corregiré las injusticias del mundo humano. Llevaré a cabo Mi obra con Mis propias manos por todo el mundo, prohibiendo a Satanás que dañe otra vez a Mi pueblo, prohibiendo a los enemigos que hagan otra vez lo que les plazca. Me convertiré en Rey en la tierra y moveré allá Mi trono, haciendo que todos Mis enemigos se postren ante Mí y confiesen sus crímenes. En Mi tristeza la ira está mezclada, pisotearé a todo el universo hasta aplastarlo, sin perdonar a nadie y encendiendo terror en los corazones de Mis enemigos. Reduciré toda la tierra a ruinas y haré que Mis enemigos caigan entre las ruinas, para que a partir de entonces ya no puedan corromper más a la humanidad. Mi plan ya está fijado y nadie, sin importar quién sea, lo podrá cambiar. Mientras deambulo en pomposa majestuosidad por encima del universo, toda la humanidad será renovada, y todo será revivido. El hombre ya no llorará y ya no clamará a Mí por ayuda. Entonces Mi corazón se regocijará y el pueblo regresará a Mí en celebración. Todo el universo, de arriba abajo, se estremecerá de júbilo…

 

Fuente: Relámpago Oriental

 

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