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Sobre la verdad del nombre de Dios

 

1. Algunos dicen que el nombre de Dios no cambia. ¿Por qué, entonces, pasó a ser Jesús el nombre de Jehová? Se profetizó la venida del Mesías, ¿por qué vino, entonces, un hombre con el nombre de Jesús? ¿Por qué cambió el nombre de Dios? ¿No se llevó a cabo esa obra hace mucho tiempo? ¿Acaso no puede realizar Dios una obra más nueva hoy? La obra de ayer puede alterarse y la obra de Jesús puede seguir a la de Jehová. ¿No puede, entonces, la obra de Jesús ser sucedida por otra obra? Si el nombre de Jehová puede cambiar al de Jesús, entonces, ¿no puede cambiarse también el nombre de Jesús? Nada de esto es extraño, es solo que las personas son así de simples. Dios siempre será Dios. Sin importar cómo cambie Su obra e independientemente de cómo pueda cambiar Su nombre, Su carácter y sabiduría nunca cambiarán. Si crees que solo se puede llamar a Dios por el nombre de Jesús, tu conocimiento es demasiado limitado. ¿Te atreves a afirmar que Jesús será para siempre el nombre de Dios, que a Dios eternamente y para siempre se le llamará por el nombre de Jesús y que esto nunca cambiará? ¿Te atreves a afirmar con certeza que es el nombre de Jesús el que concluyó la Era de la Ley y también concluirá la era final? ¿Quién puede decir que la gracia de Jesús puede llevar la era a su fin?

 

Extracto de ‘¿Cómo puede el hombre que ha delimitado a Dios con sus nociones recibir Sus revelaciones?’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

2. Deberías saber que, originalmente, Dios no tenía nombre. Sólo adoptó uno, dos, o muchos, porque tenía una obra que hacer y tenía que gestionar a la humanidad. Cualquiera que sea el nombre por el que se le llame, ¿no lo escoge Él libremente? ¿Acaso te necesita Él a ti, una de sus creaciones, para decidirlo? El nombre por el cual se llama a Dios es acorde a lo que el hombre puede recibir y a su lenguaje, pero este nombre no puede ser condensado por él.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

3. En cada era que Dios realiza personalmente Su propia obra, usa un nombre que encaje con la era para condensar la obra que hace. Él usa este nombre particular, uno que posee una importancia temporal, para representar Su carácter en dicha era. Este es Dios que usa el lenguaje de la humanidad para expresar Su propio carácter.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

4. ¿Podría el nombre de Jesús —“Dios con nosotros”— representar el carácter de Dios en su totalidad? ¿Podría articular por completo a Dios? Si el hombre afirma que a Dios sólo se le puede llamar Jesús y no puede tener ningún otro nombre, porque no puede cambiar Su carácter, ¡tales palabras son una blasfemia! ¿Crees que el nombre de Jesús —Dios con nosotros— puede representar a Dios en Su totalidad? A Dios se le puede llamar por muchos nombres, pero entre todos estos no hay uno que pueda englobar todo lo que Él tiene, ninguno puede representarlo plenamente. Por tanto, Dios tiene muchos nombres, pero estos no pueden articular por completo el carácter de Dios, que es demasiado rico y supera el conocimiento del hombre. El lenguaje humano es incapaz de englobar del todo a Dios. El hombre tiene un vocabulario limitado con el que abarca todo lo que conoce del carácter divino: grande, honorable, maravilloso, inimaginable, supremo, santo, justo, sabio, etc. ¡Demasiadas palabras! Tan limitado léxico es incapaz de describir lo poco que el hombre ha presenciado del carácter de Dios. Más adelante, muchos añadieron más palabras para describir mejor el fervor de sus corazones: ¡Dios es tan grande! ¡Dios es tan santo! ¡Dios es tan amoroso! Hoy, tales dichos humanos han alcanzado su punto álgido, pero el hombre sigue siendo incapaz de expresarse a sí mismo con claridad. Por tanto, para el hombre Dios tiene muchos nombres, aunque no tiene uno solo, y esto se debe a que el ser de Dios es demasiado abundante, y el lenguaje del hombre demasiado inadecuado. Una palabra o nombre particular no tendría poder para representar a Dios en Su totalidad. ¿Crees que puede Él, pues, adoptar un nombre fijo? Dios es tan grande y tan santo, ¿por qué no le permites cambiar Su nombre cada nueva era?

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

5. Si la obra de Dios en cada era es siempre la misma, y si siempre se le llama por el mismo nombre, ¿cómo lo conocería el hombre? Dios debe llamarse Jehová, y aparte de un Dios llamado así, otro con cualquier otro nombre no es Dios. O tal vez, Dios sólo puede llamarse Jesús, y tampoco puede dársele cualquier otro nombre excepto Jesús; aparte de Jesús, Jehová no es Dios, y Dios Todopoderoso tampoco lo es. El hombre cree que es cierto que Dios es todopoderoso, pero Dios es un Dios que está con el hombre; se le debe llamar Jesús, porque Dios está con el hombre. Hacer esto es seguir la doctrina, y limitar a Dios a un ámbito. Por ello, la obra que Dios hace en cada era, el nombre por el que se le llama, la imagen que adopta, y cada etapa de Su obra hasta hoy, no siguen una única norma ni están sujetos a ninguna limitación. Él es Jehová, pero también Jesús, el Mesías y Dios Todopoderoso. Su obra puede cambiar gradualmente, y existen cambios correspondientes en Su nombre. Ningún nombre puede representarle por completo, pero todos los nombres por los que se le llama pueden representarlo, y la obra que Él hace en cada era representa Su carácter.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

6. En cada era, Dios hace nueva obra y se le llama por un nuevo nombre; ¿cómo podría hacer Él la misma obra en diferentes eras? ¿Cómo podría aferrarse a lo antiguo? El nombre de Jesús se adoptó para la obra de redención, entonces ¿se le seguiría llamando por el mismo nombre cuando vuelva en los últimos días? ¿Seguiría haciendo Él la obra de redención? ¿Por qué son Jehová y Jesús uno, pero se les llama por nombres diferentes en eras diferentes? ¿Acaso no es porque las eras de Su obra son distintas? ¿Podría un solo nombre representar a Dios en Su totalidad? Siendo esto así, se debe llamar a Dios por un nombre diferente en una era diferente y Él debe usar el nombre para cambiar la era y representarla. Porque ningún nombre puede representar totalmente a Dios mismo y cada nombre sólo puede representar el aspecto temporal del carácter de Dios en una era dada; todo lo que necesita hacer es representar Su obra. Por tanto, Dios puede escoger cualquier nombre que encaje con Su carácter para representar a toda la era.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

7. La obra que Jesús hizo representó el nombre de Jesús y la Era de la Gracia; la obra hecha por Jehová le representaba a Él y la Era de la Ley. Su obra fue la de un solo Espíritu en dos eras distintas. […] Aunque llevaban nombres distintos, ambas etapas de la obra fueron realizadas por un mismo Espíritu, y la obra de la segunda fue la continuación de la primera. Al tener un nombre distinto y como el contenido de la obra era diferente, la era también lo fue. Cuando Jehová vino, fue Su era, y cuando vino Jesús, fue la suya. Así, cada vez que Dios viene, se le llama por un nombre, representa una era y abre una nueva senda; y en cada nuevo camino, adopta un nuevo nombre que demuestra que Dios es siempre nuevo y nunca viejo, y que Su obra está en constante progreso hacia adelante. La historia progresa siempre hacia adelante, y la obra de Dios también. Para que Su plan de gestión de seis mil años alcance su fin, debe seguir progresando. Cada día, cada año, Él debe realizar obra nueva; debe abrir nuevas sendas, iniciar nuevas eras, iniciar obra nueva y mayor, y junto con estas cosas, traer nuevos nombres y nueva obra.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

8. “Jehová” es el nombre que adopté durante Mi obra en Israel y significa el Dios de los israelitas (el pueblo escogido de Dios) que puede tener compasión del hombre, maldecirlo y guiar su vida; el Dios que posee gran poder y está lleno de sabiduría. […] Es decir, solo Jehová es el Dios del pueblo escogido de Israel, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de Moisés y el Dios de todo el pueblo de Israel. Y así, en la era presente, todos los israelitas, excepto el pueblo judío, adoran a Jehová. Le hacen sacrificios en el altar y le sirven en el templo llevando las túnicas de los sacerdotes. Lo que esperan es la reaparición de Jehová. […] El nombre de Jehová es un nombre particular para el pueblo de Israel que vivía bajo la ley. En cada era y etapa de la obra, Mi nombre no carece de fundamento, sino que tiene un sentido representativo: cada nombre representa una era. “Jehová” representa la Era de la Ley y es el título honorífico para el Dios adorado por el pueblo de Israel.

 

Extracto de ‘El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

9. Durante la Era de la Ley, la obra de guiar a la humanidad se realizó bajo el nombre de Jehová, y la primera etapa de la obra se llevó a cabo en la tierra. La obra de esta etapa fue edificar el templo y el altar, y usar la ley para guiar al pueblo de Israel y obrar en medio de él. Guiando al pueblo de Israel, Él lanzó una base para Su obra en la tierra. Desde allí expandió Su obra más allá de Israel, es decir que, comenzando desde Israel la difundió hacia fuera, de forma que generaciones posteriores llegaron gradualmente a saber que Jehová era Dios, y que Él había creado los cielos, la tierra y todas las cosas, que había hecho a todas las criaturas. Él difundió Su obra por medio del pueblo de Israel hacia afuera de sí mismo, cuya tierra fue el primer lugar santo de la obra terrenal de Jehová, y la primera obra de Dios sobre la tierra se realizó por todo el territorio de Israel. Esa fue la obra de la Era de la Ley.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

10. El nombre “Jehová” no puede representar la totalidad del carácter de Dios. El hecho de que Él llevara a cabo Su obra en la Era de la Ley no demuestra que Dios solo pueda ser Dios bajo la ley. Jehová estableció leyes para el hombre, le entregó mandamientos, y le pidió a este que edificase el templo y los altares; la obra que Él hizo solo representa la Era de la Ley. La obra que realizó no demuestra que Dios es solo un Dios que pide al hombre guardar la ley, o que Él es el Dios en el templo, o el Dios delante del altar. Decir esto sería falso. La obra realizada bajo la ley solo puede representar una era.

 

Extracto de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

11. El nombre de Jesús marcaba el comienzo de la Era de la Gracia. Cuando Jesús empezó a desarrollar Su ministerio, el Espíritu Santo comenzó a dar testimonio del nombre de Jesús, y ya no se habló más del nombre de Jehová. En su lugar el Espíritu Santo inició la nueva obra principalmente bajo el nombre de Jesús. El testimonio de los que creyeron en Él fue dado para Jesucristo, y la obra que hicieron fue también para Jesucristo. La conclusión de la Era de la Ley del Antiguo Testamento significaba que la obra principalmente conducida bajo el nombre de Jehová había llegado a su fin. Después de esto, el nombre de Dios ya no fue más Jehová y pasó a llamarse Jesús; de ahí en adelante el Espíritu Santo comenzó la obra principalmente bajo el nombre de Jesús.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

12. “Jesús” es Emanuel, que significa la ofrenda por el pecado que está llena de amor, de compasión y que redime al hombre. Él hizo la obra de la Era de la Gracia y la representa, y solo puede representar una parte de la obra del plan de gestión. […] Solo Jesús es el Redentor de la humanidad, y Él es la ofrenda por el pecado que redimió a la humanidad del pecado. Es decir, el nombre de Jesús vino de la Era de la Gracia y surgió debido a la obra de redención en la Era de la Gracia. El nombre de Jesús llegó a existir para permitir que las personas de la Era de la Gracia nacieran de nuevo y fueran salvadas, y es un nombre particular para la redención de toda la humanidad. Así, el nombre de Jesús representa la obra de la redención y denota la Era de la Gracia. […] “Jesús” representa la Era de la Gracia y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia.

 

Extracto de ‘El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

13. En la obra de la Era de la Gracia, Jesús fue el Dios que salvó al hombre. Lo que Él tenía y era, es decir, gracia, amor, compasión, templanza, paciencia, humildad, cuidado y tolerancia, y gran parte de la obra que Él hizo fue en aras de la redención del hombre. En cuanto a Su carácter, era de compasión y amor, y por ser compasivo y amoroso tuvo que ser clavado en la cruz por el hombre, a fin de mostrar que Dios amaba al hombre como a sí mismo, hasta el punto de sacrificarse en Su totalidad. Durante la Era de la Gracia, el nombre de Dios fue Jesús, que indica que Dios era un Dios que salvó al hombre, y que era compasivo y amoroso. Él estaba con el hombre. Su amor, Su compasión y Su salvación acompañaron a cada persona. El hombre sólo podía obtener paz y gozo, recibir Su bendición, Sus inmensas y numerosas gracias, y Su salvación si aceptaba el nombre de Jesús y Su presencia. A través de la crucifixión de Jesús, todos aquellos que lo siguieron recibieron la salvación y se les perdonaron sus pecados. Durante la Era de la Gracia, el nombre de Dios fue Jesús. En otras palabras, la obra de la Era de la Gracia se realizó principalmente bajo el nombre de Jesús. Durante la Era de la Gracia, a Dios se le llamó Jesús. Él hizo nueva obra más allá del Antiguo Testamento, y esta terminó con la crucifixión; esa fue la totalidad de Su obra.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

14. Aunque Jehová, Jesús y el Mesías representan todos a Mi Espíritu, estos nombres solo denotan las diferentes eras de Mi plan de gestión y no me representan en Mi totalidad. Los nombres por los cuales me llaman las personas en la tierra no pueden expresar todo Mi carácter y todo lo que Yo soy. Son simplemente nombres diferentes por los que se me llama durante las diferentes eras. Así pues, cuando la era final —la era de los últimos días— llegue, Mi nombre cambiará de nuevo. No se me llamará Jehová o Jesús, mucho menos el Mesías; se me llamará el potente Dios Todopoderoso mismo y bajo este nombre pondré fin a toda la era. Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador con amor y aprecio. Hoy, sin embargo, ya no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; Yo soy el Dios que ha regresado en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que surge del extremo de la tierra, repleto de todo Mi carácter y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca se han relacionado conmigo, nunca me han conocido y siempre han sido ignorantes de Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una sola persona me ha visto. Este es el Dios que se le aparece al hombre en los últimos días, pero que está oculto entre los hombres. Él mora entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y la llama abrasadora, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no será juzgada por Mis palabras y ni una sola persona o cosa que no será purificada por el fuego ardiente. Finalmente, todas las naciones serán bendecidas debido a Mis palabras y también serán hechas pedazos debido a ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que Yo soy el Salvador que ha regresado, y que Yo soy el Dios Todopoderoso que conquista a toda la humanidad. Y todos verán que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero que en los últimos días también me convierto en las llamas del sol que incineran todas las cosas, así como el Sol de la justicia que revela todas las cosas. Esta es Mi obra en los últimos días. Tomé este nombre y soy poseedor de este carácter para que todas las personas puedan ver que Yo soy un Dios justo, el sol ardiente, la llama abrasadora, y que todos puedan adorarme, al único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy solo el Dios de los israelitas ni soy solo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas en todos los cielos, la tierra y los mares.

 

Extracto de ‘El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

15. Desde el momento en que se ha dado testimonio de Dios Todopoderoso, el Rey del reino, el alcance de la gestión de Dios se ha revelado por completo por todo el universo. No solo se ha dado testimonio de la aparición de Dios en China, sino que se ha dado testimonio del nombre de Dios Todopoderoso en todas las naciones y lugares. Todos ellos están clamando este santo nombre, buscando la comunión con Dios por todos los medios posibles, comprendiendo la voluntad de Dios Todopoderoso y sirviéndole en colaboración en la iglesia. Esta es la manera maravillosa en la que obra el Espíritu Santo.

 

Extracto de ‘Capítulo 8’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

 

16. Que todos en el mundo vean que Yo soy el Dios verdadero y completo. Todos los hombres están plenamente convencidos y ninguno se atreve a resistirse a Mí otra vez, ni a juzgarme o difamarme nuevamente. De lo contrario, de inmediato vendrán sobre ellos maldiciones y el desastre les sobrevendrá. Solo pueden llorar y crujir los dientes, habiendo traído su propia destrucción.

 

Que todos los pueblos lo sepan, y que se sepa por todo el universo, en los confines de la tierra, en cada hogar y que lo sepan todas las personas: Dios Todopoderoso es el único Dios verdadero. Todos, uno tras otro, caerán al suelo de rodillas y me adorarán; ¡incluso los niños que acaban de aprender a hablar clamarán “Dios Todopoderoso”!

 

Extracto de ‘Capítulo 35’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

 

17. Están aquellos que dicen que Dios es inmutable. Eso es correcto, pero se refiere a la inmutabilidad del carácter y la esencia de Dios. Los cambios en Su nombre y obra no demuestran que Su esencia se haya alterado; en otras palabras, Dios siempre será Dios, y esto nunca cambiará. Si dices que la obra de Dios siempre permanece igual, ¿sería entonces capaz de terminar Su plan de gestión de seis mil años? Sólo sabes que Dios es eternamente inmutable, ¿pero sabes que Él es siempre nuevo y nunca viejo? Si la obra de Dios nunca cambió, ¿podría haber traído a la humanidad hasta hoy? Si Dios es inmutable, ¿por qué ha hecho ya la obra de dos eras? Su obra siempre está progresando hacia adelante, es decir, Su carácter se manifiesta gradualmente al hombre y lo que se revela es Su carácter inherente. En el principio, el carácter de Dios se escondió del hombre. Él nunca reveló abiertamente Su carácter al hombre, y este simplemente no tenía conocimiento de Él. Por ello, usó Su obra para revelar poco a poco Su carácter al hombre, pero esto no significa que este cambie en cada era. No es el caso que el carácter de Dios esté cambiando constantemente, porque Su voluntad siempre lo esté haciendo, sino que al ser diferentes las eras de Su obra, Su carácter inherente se revela poco a poco al hombre en su totalidad, de forma que este pueda conocerle. Pero esto no demuestra en absoluto que Dios no tenga originalmente un carácter particular y que este haya ido cambiando de forma gradual con el paso de las eras; ese entendimiento es erróneo. Dios le revela al hombre Su carácter inherente y particular, lo que Él es, de acuerdo con el paso de las eras. La obra de una sola era no puede expresar todo el carácter de Dios. Por tanto, las palabras “Dios es siempre nuevo y nunca viejo” hacen referencia a Su obra, y las palabras “Dios es inmutable” tienen relación con lo que Dios inherentemente tiene y es. En cualquier caso, no puedes hacer depender la obra de seis mil años en un punto, o representarla con simples palabras muertas. Tal es la estupidez del hombre. Dios no es tan simple como el hombre imagina, y Su obra no puede detenerse en una era. Jehová, por ejemplo, no puede representar siempre el nombre de Dios; Él también puede hacer Su obra bajo el nombre de Jesús. Esto es una señal de que la obra de Dios siempre progresa hacia adelante.

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

18. Dios es siempre Dios, y nunca se volverá Satanás; Satanás siempre es Satanás, y nunca se volverá Dios. La sabiduría, lo maravilloso, la justicia y la majestad de Dios nunca cambiarán. Su esencia y lo que Él tiene y es nunca cambiarán. Sin embargo, Su obra siempre está progresando hacia adelante y siempre va profundizando, porque Él siempre es nuevo y nunca viejo. En cada era Dios adopta un nuevo nombre, hace una obra nueva y permite a Sus criaturas ver Su nueva voluntad y Su nuevo carácter. Si las personas no ven la expresión del nuevo carácter de Dios en la nueva era, ¿acaso no lo clavarían eternamente en la cruz? Y al hacerlo, ¿no definirían a Dios?

 

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

19. Si el hombre siempre me llama Jesucristo, pero no sabe que he comenzado una nueva era durante los últimos días y que me he embarcado en una nueva obra, y si el hombre continúa obsesivamente a la espera de la llegada de Jesús el Salvador, entonces llamaré a las personas como estas las que no creen en Mí; son personas que no me conocen y su creencia en Mí es falsa. ¿Podrían tales personas ser testigos de la llegada de Jesús el Salvador desde el cielo? Lo que esperan no es Mi llegada sino la llegada del Rey de los judíos. No anhelan que Yo aniquile este viejo mundo impuro, sino que anhelan la segunda venida de Jesús en la cual serán redimidos. Esperan que Jesús redima una vez más a toda la humanidad de esta tierra inmunda e injusta. ¿Cómo pueden tales personas convertirse en quienes completen Mi obra en los últimos días? Los deseos del hombre son incapaces de cumplir Mis deseos o de completar Mi obra, porque el hombre simplemente admira o aprecia el recuerdo de la obra que he hecho antes y no tiene idea de que Yo soy el Dios mismo que siempre es nuevo y nunca viejo. El hombre solo sabe que Yo soy Jehová y Jesús, y no tiene ni idea de que Yo soy el Último, Aquel que pondrá fin a la humanidad. Todo lo que el hombre anhela y conoce proviene de sus propias nociones y es simplemente lo que puede ver con sus propios ojos. No está en consonancia con la obra que Yo hago sino en discordancia con ella.

 

Extracto de ‘El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

20. ¿Deseáis conocer la raíz de la oposición de los fariseos a Jesús? ¿Deseáis conocer la esencia de los fariseos? Estaban llenos de fantasías sobre el Mesías. Aún más, sólo creían que Él vendría, pero no buscaban la verdad-vida. Por tanto, incluso hoy siguen esperándole, porque no tienen conocimiento del camino de la vida ni saben cuál es la senda de la verdad. Decidme, ¿cómo podrían obtener la bendición de Dios tales personas insensatas, tozudas e ignorantes? ¿Cómo podrían contemplar al Mesías? Se opusieron a Jesús porque no conocían la dirección de la obra del Espíritu Santo ni el camino de la verdad mencionado por Jesús y, además, porque no entendían al Mesías. Y como nunca le habían visto ni habían estado en Su compañía, cometieron el error de aferrarse en vano al nombre del Mesías mientras se oponían a Su esencia por todos los medios posibles. Estos fariseos eran tozudos y arrogantes en esencia, y no obedecían la verdad. El principio de su creencia en Dios era: por muy profunda que sea Tu predicación, por muy alta que sea Tu autoridad, no eres Cristo a no ser que te llames el Mesías. ¿No son estas opiniones absurdas y ridículas? Os pregunto de nuevo: ¿No es extremadamente fácil para vosotros cometer los errores de los antiguos fariseos, dado que no tenéis el más mínimo entendimiento de Jesús? ¿Eres capaz de discernir el camino de la verdad? ¿Puedes garantizar realmente que no te opondrás a Cristo? ¿Eres capaz de seguir la obra del Espíritu Santo? Si no sabes si te opondrás o no a Cristo, entonces Yo digo que ya estás viviendo al filo de la muerte. Los que no conocían al Mesías fueron todos capaces de oponerse a Jesús, de rechazarlo, de difamarlo. Las personas que no entienden a Jesús son capaces de rechazarlo y vilipendiarlo. Además, son capaces de ver el regreso de Jesús como el engaño de Satanás, y más personas condenarán el retorno de Jesús a la carne. ¿No os asusta todo esto? Lo que afrontáis será blasfemia contra el Espíritu Santo, la ruina de Sus palabras a las iglesias y el rechazo de todo lo expresado por Jesús. ¿Qué podéis obtener de Él si estáis tan confundidos? ¿Cómo podéis entender la obra de Jesús cuando Él vuelva a la carne sobre una nube blanca, si os negáis obstinadamente a ser conscientes de vuestros errores? Os digo esto: las personas que no reciben la verdad, pero que esperan ciegamente la llegada de Jesús sobre nubes blancas, blasfemarán sin duda contra el Espíritu Santo y pertenecen a la categoría que será destruida. Deseáis simplemente la gracia de Jesús, y sólo queréis disfrutar el gozoso reino del cielo, pero nunca habéis obedecido Sus palabras ni habéis recibido la verdad expresada por Él cuando vuelva a la carne. ¿Qué ofreceréis a cambio de la realidad del regreso de Jesús sobre una nube blanca? ¿La sinceridad con la que cometéis repetidamente pecados, y después los hacéis vuestras confesiones una y otra vez? ¿Qué ofreceréis en sacrificio a Jesús, quien vuelve sobre una nube blanca? ¿Los años de trabajo con los que os exaltáis a vosotros mismos? ¿Qué ofreceréis para hacer que el Jesús retornado confíe en vosotros? ¿Vuestra naturaleza arrogante, que no obedece ninguna verdad?

 

Extracto de ‘En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne”

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