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Palabras diarias de Dios | Las palabras de Dios al universo entero: Capítulo 10 (Fragmento 1)

 

Cuando resuena la salva del reino, que es también cuando repican los siete truenos, este sonido convulsiona los cielos y la tierra, sacudiendo el empíreo y provocando que las fibras sensibles de cada humano vibren. Un himno al reino se eleva formalmente en la nación del gran dragón rojo, demostrando que la he destruido y después he establecido Mi reino. Y, lo que es más importante, Mi reino se establece en la tierra. En este momento, empiezo a enviar a Mis ángeles a cada una de las naciones del mundo de forma que puedan pastorear a Mis hijos, Mi pueblo; también para satisfacer las necesidades del siguiente paso de Mi obra. Pero voy personalmente al lugar en el que el gran dragón rojo yace enroscado, para librar la batalla con él. Y cuando toda la humanidad llegue a conocerme desde el interior de la carne, y sea capaz de ver Mis obras desde ahí, entonces la guarida del gran dragón rojo quedará reducida a cenizas y desaparecerá sin dejar rastro. Como pueblo de Mi reino, puesto que detestáis totalmente al gran dragón rojo, debéis satisfacer Mi corazón con vuestros actos y, de esta forma, traer vergüenza sobre él. ¿Sentís realmente que el gran dragón rojo es odioso? ¿Sentís realmente que es el enemigo del Rey del reino? ¿Tenéis realmente fe en que podéis dar un maravilloso testimonio de Mí? ¿Tenéis realmente fe para derrotar al gran dragón rojo? Esto es lo que pido de vosotros. Todo lo que necesito es que seáis capaces de llegar hasta ese punto; ¿podréis hacerlo? ¿Tenéis fe en que podéis conseguirlo? ¿Qué es capaz de hacer el hombre? ¿No es mejor que lo haga Yo mismo? ¿Por qué digo que desciendo personalmente sobre el lugar en que se libra la batalla? Lo que quiero es vuestra fe, no vuestros hechos. Los seres humanos son incapaces de recibir Mis palabras de una forma directa, sino que simplemente mirando a su lado. ¿Has alcanzado la meta de esta forma? ¿Has llegado a conocerme de esta forma? A decir verdad, de los hombres de la tierra, nadie es capaz de mirarme directamente a la cara, nadie es capaz de recibir el significado puro y no adulterado de Mis palabras. Y por tanto he puesto en marcha un proyecto sin precedentes sobre la tierra, con el fin de alcanzar Mi meta y establecer la imagen verdadera de Mí mismo en los corazones de los hombres, y de esta forma poner fin al período en el que las nociones ejercen poder sobre los hombres.

 

Hoy, no sólo estoy descendiendo sobre la nación del gran dragón rojo, también estoy volviendo Mi rostro hacia todo el universo, de forma que todo el empíreo tiembla. ¿Existe un solo lugar que no se someta a Mi juicio? ¿Hay un solo lugar que no exista bajo los azotes que lanzo? Dondequiera que voy he esparcido semillas de todo tipo de desastre. Esta es una de las formas en que obro, y es sin duda un acto de salvación para el hombre; lo que le extiendo sigue siendo un tipo de amor. Deseo hacer que incluso más personas lleguen a conocerme, puedan verme, y de esta forma lleguen a venerar al Dios a quien no han visto durante tantos años, pero que hoy es práctico. ¿Por qué razón creé el mundo? ¿Por qué razón, cuando la humanidad se volvió corrupta, no la destruí completamente? ¿Por qué razón vive toda la raza humana bajo azotes? ¿Por qué me revestí Yo mismo de carne? Cuando llevo a cabo Mi obra, la humanidad no sólo conoce el sabor de lo amargo, sino también de lo dulce. De las personas en el mundo, ¿hay alguien que no viva dentro de Mi gracia? Si no otorgara bendiciones materiales a los seres humanos, ¿quiénes podrían disfrutar de la abundancia en el mundo? Sin duda, que os permitiera tomar vuestro lugar como Mi pueblo no es la única bendición, ¿no es así? Suponiendo que no fuerais Mi pueblo, sino más bien hacedores de servicio, ¿no estaríais viviendo en Mi bendición? Ninguno de vosotros es capaz de entender el origen de Mis palabras. Muchos seres humanos, lejos de valorar los títulos que les he conferido —como consecuencia del título “hacedor de servicio”—, albergan resentimiento en su corazón, y, muchos, debido al título “Mi pueblo”, engendran amor por Mí en su corazón. No tratéis a engañarme, ¡Mis ojos lo ven y lo penetran todo! ¿Quién entre vosotros recibe de buen grado? ¿Quién entre vosotros da obediencia completa? Si la salva del reino no resonase, ¿seríais realmente capaces de obedecer hasta el final? Lo que el hombre es capaz de hacer, de pensar, hasta dónde es capaz de llegar, todo esto lo he predeterminado desde hace mucho tiempo.

 

Fuente: Relámpago Oriental

 

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